¡Y con los últimos comentarios sin censuras!!!

martes, 13 de abril de 2010

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS

Había una pregunta que yo quería hacerle a Swami muy especialmente. Había pensado mucho sobre ello, y la respuesta –si es que quería contestarme– sería de gran importancia para mí y obviamente también para muchos de los que, como yo, no se resignaban a aceptar los esquemas que la ortodoxia católica había establecido durante siglos. Nunca deberíamos tener miedo a la Verdad, sino al contrario, buscarla siempre, esté donde estuviese.

En abril de 1979 había escrito un artículo en Two Worlds titulado “¿Murió Jesús en la cruz?”. Había quedado fascinada por la lectura de un libro, Jesus died in Kashmir (Jesús murió en Cachemira), de A. Faber-Kaiser, y por otros libros sobre el mismo tema; también por el hecho de que muchos indios y paquistaníes se habían

sorprendido ante nuestro asombro, cuando ellos afirmaban llenos de orgullo: “El amado Jesús murió en Srinagar, Cachemira. Se hacen peregrinajes hasta aquí, y muchas plegarias son escuchadas en tiempo de desgracia. Para nosotros es el Avatar del Amor”. También me llamó la atención el hecho de que muchos lectores cristianos de mi artículo me escribieran expresándome su interés y su alegría, diciendo que estaban “convencidos” de que Jesús no había muerto en la cruz.

El peso de la evidencia, corroborado por el Sudario de Turín, de que Jesús sufrió un estado de catalepsia o “muerte clínica”, como se dice en términos médicos actualmente, después de tres horas de estar en la Cruz (la muerte por crucifixión sobreviene sólo después de cuatro días), es tan grande, que el 30 de junio del año 1960 el Papa Juan XXIII, en el diario del Vaticano, “L´Osservatore romano” hizo el anuncio oficial de una enorme revelación, titulada “La completa salvación del cuerpo de Jesucristo”.

En ella, el Papa les decía a los obispos católicos –quienes aceptaron y difundieron dicha revelación– que la “salvación” completa de la raza humana se produjo gracias a la sangre de Jesús, y que su muerte no era lo esencial para ese fin. (Además, la palabra “salvación” no significa lo que mucha gente cree, es decir, salvados. Significa un “regreso” al camino de la evolución, que conducirá finalmente a Dios mismo.) ¿Por qué el Papa proclamó tal revelación? ¿Por qué era necesario aclarar, en 1960 d.C., que la muerte de Jesús no era esencial para la doctrina de la Iglesia? Porque el Vaticano estaba convencido, después de años de la más minuciosa investigación y análisis y de usar las más modernas técnicas, de que la ciencia había conseguido demostrar que: a) el Sudario de Turín era auténtico y b) que Jesús estaba todavía vivo cuando su cuerpo inconsciente fue depositado en él. Incluso hoy, con los conocimientos actuales, ha habido personas a las que se les ha certificado la muerte y que luego “han resucitado” en el depósito. Es de sobra conocida la capacidad de los yoghis de caer en trance de muerte a voluntad. ¿Y cuántas personas a las que se les ha considerado “clínicamente muertas” han luego revivido, como se cuenta en el libro del Dr. Raymond Moody Life after life (Vida después de la vida)?

En 1969, el Vaticano formó una nueva comisión científica que siguió estudiando el asunto durante otros siete años y que, finalmente, confirmó los descubrimientos anteriores. Hay veintiocho manchas de sangre en el Sudario; sangre de la crucifixión, de azotes, de la herida producida por la lanza, de las laceraciones, de la corona de espinas. Heridas todas ellas, que continuaron sangrando. Incluso las llagas de la corona de espinas continuaron haciéndolo después de que la hubieran quitado. Esto no sería posible a menos que el corazón siguiera latiendo, aunque fuera débilmente.

Cuando el corazón se para, la sangre deja de circular, se retrae en las venas, los vasos capilares que hay debajo de la piel se secan y aparece la palidez de la muerte. Las investigaciones demostraron también que la lanza atravesó el lado derecho de su pecho, entre la quinta y sexta costilla, y salió por la parte superior del lado izquierdo del tórax, formando un ángulo de 29 grados. Esto significa que la lanza pasó cerca del corazón, pero sin dañarlo. La “sangre y el agua” de que nos habla Juan, que manaron de la herida que le causó la lanza, no surgían del corazón. Y si siguió saliendo sangre, eso significa que el corazón continuaba latiendo, aunque fuera débilmente.

Se tiene la sospecha de que no era el deseo de Pilatos matar a Jesús. Y además, apenas había tiempo, ya que el Sabbath de los judíos empezaría al atardecer del mismo día. Los dos ladrones estaban todavía vivos y hubo que matarlos. La muerte por crucifixión era larga y a veces se producía después de tres o cuatro días, y se debía al hambre, la sed, el agotamiento, la pérdida de sangre y a las aves de rapiña. Muy ocasionalmente, después de día y medio, se consideraba que había sido suficiente castigo y las víctimas eran bajadas de la cruz. Si sus heridas podían ser curadas, se recuperaban y seguían viviendo.

Cuando José de Arimatea, un poderoso miembro del Sanedrín y devoto de Jesús, pidió permiso a Pilatos para tomar el cuerpo de Jesús, aquél se lo concedió, a pesar del hecho de que a los crucificados no se les permitía ser enterrados en sepulcros privados o por parientes, sino que eran echados a fosas comunes.

¿Acaso Pilatos confiaba en que Jesús siguiera aún con vida? Yo así lo creo, y así lo confirma la carta que Pilatos escribió al Emperador Tiberio en el año 32 d.C. El original se encuentra en la Biblioteca del Vaticano. Es posible adquirir una copia en la Librería del Congreso de Washington, D.C. Pilatos escribió: “Al César Tiberio.

Un joven apareció en Galilea, y, en el nombre de Dios, que lo envió, predicó una ley nueva, la humildad. Al principio pensé que su intención era la de organizar una revuelta contra los romanos. Mis sospechas se desvanecieron al poco tiempo. Jesús de Nazareth hablaba más como un amigo de los romanos que de los judíos.

Un día observé a un hombre joven que estaba con un grupo de gente, apoyado en el tronco de un árbol y les hablaba con dulzura. Me dijeron que ese hombre era Jesús. Era muy distinto a los que lo rodeaban. Su rubio cabello y su barba le daban una apariencia divina. Tendría unos treinta años y yo no había visto hasta entonces un rostro tan bello y apacible.

¡Qué diferente era, con su blanca tez, de los que escuchaban, de negras barbas! Como no quería molestarlo, seguí mi camino, diciendo a mi secretario, sin embargo, que se uniera al grupo y escuchara. Más tarde, mi secretario me dijo que nunca había leído en los libros de los filósofos nada que pudiera ser comparado a las enseñanzas de Jesús, y que no era un agitador, ni llevaba a las gentes por mal camino. Por esa razón decidimos protegerlo. El era libre para actuar, hablar y reunir a la gente a su alrededor. Esta libertad provocó la ira de los judíos, que estaban indignados; Jesús no irritaba a los pobres, pero sí a los ricos y poderosos. Más tarde, le escribí una carta a Jesús, pidiéndole que acudiera a una entrevista en el Foro. Vino. Cuando el Nazareno apareció, yo estaba dando mi paseo matinal y, cuando lo vi, quedé paralizado. Mis pies estaban como atados al suelo de mármol con cadenas de hierro, temblaba ante él como lo haría un culpable, aunque él estaba en calma.

Sin moverme, observé a este hombre excepcional durante algún tiempo. No había nada desagradable en su aspecto ni en su actitud. Sentí por él un profundo respeto. Le dije que había un aura a su alrededor y que su

personalidad lo elevaba por encima de los filósofos y maestros de su tiempo. Produjo una profunda impresión en todos nosotros, debido a sus agradables maneras, a su sencillez, humildad y amor.

Estos, noble y soberano, son los hechos que conciernen a Jesús de Nazareth, y me he tomado mi tiempo para informaros con detalles sobre él. Mi opinión es que un hombre que es capaz de tornar el agua en vino, de curar a los enfermos, que resucita a los muertos y calma el mar embravecido no es culpable de acto criminal alguno. Como otros han dicho, hemos de admitir que realmente se trata del hijo de Dios. Tu obediente servidor, Poncio Pilatos.”

El hombre que escribió esto después de que fueran levantadas calumnias contra las actividades de Jesús y, a pesar de que no quisiera poner en peligro su posición frente al César o enemistarse con él, bien pudo, una vez que se sintió incapaz de salvarlo cuando lo llevaron ante él, planear su ejecución de tal manera que, sin que sus enemigos se enteraran, Jesús pudiera sobrevivir a la muerte.

Contrariamente a la costumbre usual entre los judíos, el cuerpo no fue enterrado en una sepultura, sino que fue colocado en la espaciosa gruta excavada en una roca, que había en el jardín de la casa de José de Arimatea, y cuya entrada se cerró con una pesada piedra. (Se ha dicho que había un túnel que conectaba la cueva con la casa de José, seguramente una salida secreta para utilizar en tiempos de peligro.)

Fuera así o no, Juan nos cuenta que el rico Nicodemo acudió llevando AFÍA DE SAI BABA consigo “unas cien libras” de mirra y áloe. Una cantidad enorme, ¿quizás para curar las heridas? Es curioso el hecho de que en el siglo XVI, en Inglaterra, se hacía un hechizo cuando se recogía la salvia y verbena, ya que se decía que estas hierbas habían crecido por primera vez en el Calvario y habían curado a Jesús de sus heridas.

Los científicos afirman que el perfecto negativo que ha quedado sobre el lienzo del Sudario de Turín sólo ha podido “grabarse” debido a una poderosa radiación. Y pienso que se trata de la radiación cósmica que hizo que el cuerpo inconsciente de Jesús volviera a la vida.

Parece que Jesús dijo a sus discípulos que levantaría el templo (de su cuerpo) en tres días. Ellos no entendieron lo que quería decirles. Todos se dispersaron, excepto Juan, el único que presumiblemente vio cómo José de Arimatea y sus amigos se llevaban el cuerpo. Todos pensaron que había muerto, y por eso, cuando Jesús se les apareció tuvieron miedo y creyeron que se trataba de un espíritu. Pero Jesús les dijo que no era un espíritu, que los espíritus no tienen huesos y carne como él tenía. Les mostró sus heridas y, pidiendo algo de comer, tomó pescado hervido y un panal de miel. En otra ocasión preparó una lumbre a orillas del lago para asar un pez.

El hecho de que “apareciera” en la habitación donde estaban los apóstoles, cuando la puerta estaba cerrada con candado, es algo que un maestro o un avatar puede hacer a voluntad con su cuerpo físico. Swami lo ha hecho innumerables veces; incluso ha estado con una familia durante dos días, mientras seguía con sus actividades a millas de distancia. En una ocasión, Baba “apareció” y asistió al parto de una mujer efectuando todo lo necesario, lavando al bebé y arropándolo, antes de “desaparecer”. Los médicos de guardia, que pensaban que el bebé no iba a nacer todavía, se quedaron atónitos cuando la mujer les dijo que la había ayudado en el parto “uno que llevaba una túnica anaranjada y tenía el cabello muy negro y rizado y cuya foto estaba en las paredes del hospital”.

Me pregunto cuántas personas conocen, o han oído hablar, de los encuentros entre un tal Lloyd Tester y un misterioso extranjero que decía llamarse “El Caminante”. La grabación de estas conversaciones, junto a una inusual y preciosa fotografía del extraño, que yo poseo, fueron difundidas hará unos cincuenta años, pero han sido de nuevo puestas en circulación recientemente.

Me siento tentada de reproducir aquí un breve extracto que explica cómo fue quitada la piedra de la gruta del sepulcro de Cristo: “Quiero que sepas, hijo, lo que ocurrió después de la Crucifixión del Maestro… No fue un milagro, a menos que llamemos milagro a que sus amigos más cercanos (que pidieron les fuera entregado el cuerpo para alejarlo de la furibunda multitud) estuvieran junto a él y esperaran pacientemente y confiados el retorno del espíritu al cuerpo, para luego conducirlo a través del pasadizo secreto que comunicaba al sepulcro con la casa de su dueño, José de Arimatea.

Ahí se encontraron con el más miserable de todos los hombres, el pobre Judas, que en su desesperación pensó que estaba viendo al fantasma del Maestro al que había traicionado y que volvía de la muerte y se apoyaba en dos hombres que pensó iban a acusarlo. En este momento de insoportable angustia, Judas perdió la razón. Con un grito enloquecido se precipitó a través del pasadizo que conducía a la tumba y con la anormal fuerza de un maniático, se lanzó contra el obstáculo que impedía escapar. Con terribles gritos y maldiciones y la fuerza de diez hombres, forzó sin ayuda la pesada lápida que sellaba la entrada al sepulcro y, con el terrible aullido de un loco, se precipitó fuera, donde encontró su propia destrucción.

Te digo esto para tu propia iluminación. No es que hubiera necesidad de guardar ningún secreto, excepto para los amigos fieles que temían que volviera a caer sobre él el poder de las autoridades, pero sí era cierto que Jesús quiso apartarse por algún tiempo del lugar del conflicto. Su espíritu se alejó de su cuerpo durante unos instantes, pero luego volvió a la escena de su existencia terrenal. Una y otra vez se apareció a sus elegidos, mostrando incluso a los más escépticos las marcas que le habían dejado sus asesinos, probando que era el mismo cuerpo, la misma forma que ellos habían conocido y amado tanto.”

¿Y qué decir de la historia de su desaparición final en medio de una nube? Hay datos que no concuerdan. Mateo ni siquiera nos habla de ello. Otro evangelio dice que la “desaparición” ocurrió el mismo día de la Resurrección. Mientras que otro afirma que Jesús estuvo a menudo con sus discípulos, dándoles instrucciones para el futuro, durante cuarenta días.

Al principio de su ministerio, cuando sus enemigos lo amenazaron con apedrearlo, se dice que desapareció delante de ellos, es decir, se volvió invisible. Lo que es evidente, sin embargo, es que Jesús dejó a sus discípulos y se fue a algún otro lugar. ¿Pero a dónde? Existe la evidencia por crónicas de la historia antigua, de que Jesús continuó su misión viajando, por etapas, hacia el este, con el fin de encontrar las tribus perdidas de Israel, desparramadas por el mundo.

Después de la destrucción del Imperio Asirio, sólo unos pocos regresaron a Palestina. Las otras diez tribus se dispersaron hacia el este y se establecieron en Persia, Bactria (Afganistán) y más allá de los Indus, en Cachemira, la bellísima región de los Himalayas, al oeste del Tibet, conocida como “el paraíso en la tierra”. Aún en nuestros días hay quienes allí se llaman a sí mismo Ben-e-Israel, hijos de Israel. Hay numerosos estudios, antiguos y modernos, que demuestran el origen israelita de los afganos y los cachemires.

Algunas narraciones muy antiguas, tales como el Bhavishya Mahapurana, escrito en sánscrito, cuentan que Jesús, acompañado por María, su madre, y Tomás, después de permanecer durante algún tiempo en Damasco, recorrieron el largo camino de caravanas que atravesaba el norte de Persia, donde predicó, convirtiendo a muchos. Lo llamaban “el que cura a los leprosos”. Este peregrinaje duró varios años, mientras

seguían dirigiéndose hacia el este. Por los “Hechos de Tomás” y también por otras fuentes, se sabe que Jesús, María y Tomás estuvieron en Taxila (ahora Pakistan), desde donde siguieron su camino hasta Cachemira. Pero María, incapaz de resistir las privaciones del viaje, murió en lo que es ahora la pequeña ciudad de Murree, llamada así en su honor, a unos 50 kilómetros de Rawalpindi. Su tumba, en Pindi Point, es todavía hoy un famoso templo. En 1950, el sepulcro fue reparado, gracias a Khwaja Nazir Ahmad, autor del libro Jesus in heaven on erath (Jesús en el Paraíso en la Tierra).

Jesús llegó a Cachemira a través del valle conocido como “la Pradera de Jesús”. Este hermoso y fértil valle, con sus laderas llenas de bosques, está todavía habitado por la raza Yahudi, descendiente de la tribu de Israel. Desde aquel momento, al traducirlo significa “el lugar donde descansó Jesús”. Y después fue a Srinagar, la capital flotante de Cachemira, construida entre los lagos que hay al pie de los Himalayas. Estaba, de hecho, rehaciendo la ruta por la que había vuelto a Palestina después de sus largos viajes y estudios en India y en otros lugares, durante sus años jóvenes, cuando se preparaba para su ministerio, tal y como se afirma en los manuscritos del monasterio de los Himis, donde permaneció durante algún tiempo en aquel primer viaje.

El rey, el Rajá Shalevahin, quedó muy impresionado por la elegante y pálida figura vestida de blanco. Al ser preguntado, Jesús dijo (según el Bhavishya Mahapurana), que había proclamado su ministerio en un país lejos de los Indus y que había venido a este mundo a sufrir. Predicó el amor, la verdad y la pureza de corazón, y por eso fue llamado el Mesías. Dijo que su misión era la de “purificar la religión”. El Rajá le mostró su amistad de muchas maneras y prometió ser obediente a sus enseñanzas. Hacia el final de su vida terrena, Jesús vivió sencillamente, junto al lago Dal, y las multitudes iban a él para escuchar su mensaje y para ser curadas.

Se ha dicho que a muy avanzada edad, Jesús le pidió a Tomás que continuara con su labor y colocara una tumba en el lugar exacto donde él iba a morir. La modesta sepultura está orientada hacia el este-oeste, en la cripta de un templo llamado “Rozabal”, que significa “la Tumba del Profeta”, en el centro de Srinagar. En la antigua lápida tallada se indica el lugar exacto de las llagas de la crucifixión. El templo es visitado por personas de todas las religiones, y los miembros de una misma familia han sido sus custodios durante 1900 años.

También está escrito en las antiguas crónicas que Tomás hizo lo que le fue ordenado. Después de volver a Taxila y visitar la tumba de María, viajó hacia el sur de la India, predicando y fundando comunidades en Kerala; por fin llegó hasta Madrás, donde se erigiría más tarde sobre su tumba la Catedral de Santo Tomás. Aún hoy, los hindúes, musulmanes, budistas y los Ben-e-Israel veneran al gran profeta de piel blanca que, con las cicatrices de la crucifixión, llegó desde Palestina, en el lejano oeste; curaba a los enfermos y reunía multitudes, ya fueran reyes o mendigos, y dijo haber venido para “purificar la religión”. Se entenderá, por lo tanto, en vista de todo lo anterior, que yo estuviera impaciente por hacerle a Baba una pregunta. Así que le dije: “Swami, hay algo que he querido saber durante mucho tiempo. ¿Fue el cuerpo físico de Jesús el que volvió en sí en el sepulcro de la gruta? Quiero decir, ¿no se EL 'OM' ES trataba del cuerpo materializado del espíritu, como ocurrió cuando el maestro de Yogananda se apareció a su discípulo tres meses después de haber sido enterrado?” Swami replicó: “No. Era el cuerpo físico. No la materialización de su espíritu. Su cuerpo físico”. “¡Ah!”, dije. “Entonces, ¿es verdad que se fue al este, para continuar su misión, y llegó a Cachemira?” “Si, y también estuvo en Calcuta y en Malasia.” “Entonces, ¿es el cuerpo de Jesús el que está enterrado en el templo de Rozabal en Srinagar, Cachemira?” Swami asintió y dijo “Si”, con gran sencillez y dulce acento, como esperando la siguiente pregunta, sin apartar sus ojos de los míos, lleno de ternura.

Naturalmente, más tarde deseé haberle hecho más preguntas. Pero ya había contestado a lo que yo realmente quería saber y me sentía satisfecha. Y contenta de que fuera así. Al pensar sobre ello, muchas preguntas que afloran a la mente en relación con hechos del pasado son de interés puramente intelectual comparados con el aquí y el ahora, y con la realidad viva del Principio Divino Encarnado en este período crucial de la historia de la evolución del planeta.

Sabía que Ron también tenía una importante pregunta de interés trascendente para hacerle a Swami, y dejaré que él mismo la explique en el Libro Segundo. Sólo diré que salimos de aquella entrevista como flotando…

Texto seleccionado del libro publicado originalmente en 1982: “SAI BABA, La Encarnación del Amor”. De Peggy Mason – Ron Laing. Págs. 50 a 59. (Esta parte la escribe Peggy Mason)

http://amilius-saibaba.blogspot.com/2010/04/la-resurreccion-de-jesus.html

viernes, 9 de abril de 2010

Sabías que... LA VENEZUELA ACTUAL (SIGLO XXI) FUE "VISUALIZADA" POR MARCOS PÉREZ JIMENEZ (DERROCADO EN 1958!) Y NADA NUEVO APORTARON OTROS GOBIERNOS!

HUGO CHAVEZ ASESINO

Cuando Pablo Medina le conoció en 1977, Hugo Chávez era subteniente y ya supo cómo pensaba. Por eso en 1998, cuando ocupaba la secretaría general de Patria para Todos (PPT), se negó a apoyar su candidatura a la presidencia, aunque el partido sí lo hizo y él lo acató. «Siempre he pertenecido a la izquierda democrática y estaba convencido de que Chávez tomaría el camino estalinista y destruiría al país», afirma. Trabajador siderúrgico, fundador de PPT y Causa R, diputado, senador, miembro de la Asamblea Constituyente chavista y ahora precandidato de la oposición a las legislativas de septiembre, esta semana Medina (El Tocuyo, Lara, 1947), ha presentado en Madrid su libro «Quién mató al fiscal Danilo Anderson».

-¿Y quién lo asesinó?
-Chávez, el ex vicepresidente José Vicente Rangel y el entonces fiscal general de la República y hoy embajador en España, Isaías Rodríguez, fueron los autores intelectuales de la muerte del fiscal que investigaba los acontecimientos del 11 de abril de 2002, en los que murieron 19 personas, el momento del autogolpe de Chávez y el golpe de Pedro Carmona. Rodríguez le quitó las competencias del caso y Chávez ordenó su muerte cuando llegó a la raíz: los guardias nacionales dispararon contra manifestantes pacíficos. ¿Quién ordenó que dispararan?: Chávez.

-¿Qué le pareció su reacción al auto del juez Velasco, que denuncia la supuesta connivencia de Caracas con ETA y las FARC?
-Chávez siempre reacciona así, intentando desconcertar y quitarle valor a las actuaciones o declaraciones de alguien que tiene pruebas en las manos. Es típico de él.

-¿Tiene constancia de ese apoyo a los terroristas?
-Es cierto, público y notorio. Él dijo que Venezuela limita con las FARC. no con Colombia, y le pidió a la Asamblea Nacional que les reconociera el estatus de parte beligerante. Gobernadores de estados limítrofes dicen que la guerrilla está dentro de Venezuela.

-¿Qué le parece el dilema del Gobierno español con Venezuela, entre su apoyo a ETA y los intereses empresariales?
-Los españoles que viven en Venezuela no están ausentes del escenario de sangre que hay en el país, con 120.000 muertes al año. Hay expropiaciones todos los días. Entonces cómo en esta situación España privilegia la relación económica por encima de la ética, de los derechos humanos, democráticos, que no existen hoy en Venezuela.

-¿Pudo constatar la presencia de cubanos en el gobierno, aparte de los médicos o deportistas? -Son el anillo de seguridad de Chávez. Los aeropuertos, los registros y las notarías están en manos de cubanos. ¿Qué secreto conoce Fidel de Chávez, qué debilidad humana, moral, sexual... para que le haya permitido que controle mi país? La Habana depende económicamente de Caracas y Chávez necesita a Cuba para mantenerse en el poder, ya hubiera salido sin la presencia cubana.

-¿Qué le aporta a Caracas el régimen de Teherán?
-Igual, él está buscando una especie de triangulación del terrorismo, porque todos los fines de semana sale un vuelo hacia Irán desde la rampa 4 presidencial del aeropuerto de Maiquetía. En las Fuerzas Armadas se habla de que lleva uranio. La explotación en Táchira la hacen los iraníes.

-¿Considera un preso político al ex gobernador del estado de Zulia, Oswaldo Álvarez Paz, encarcelado después de opinar en Globovisión?
-Sí, pero el gobierno dice que en Venezuela no hay presos políticos, sino políticos presos. En febrero Chávez decretó el estado de excepción con la excusa de la crisis eléctrica, de la que es responsable. Él necesita detener a todos los que tienen liderazgo, camina hacia otro autogolpe. Todo el que habla claro y raspado está bajo libertad condicional.

-¿Qué posibilidades tiene la oposición de ganar las legislativas? ¿Dejará a un lado los egos?
-Todas, incluso con el sistema electoral, que es fraudulento. Se está trabajando para lograr la mayor cohesión.

-¿Qué puede pasar en las presidenciales de 2012 con Chávez, que ha visto caer el respaldo?
-Chávez podría suspender las legislativas, como ya ocurrió el año pasado con las de concejales, porque sabe que el camino es perderlas. Va a acelerar los acontecimientos políticos, sabe que se desgasta y va a aprovechar la crisis eléctrica y el problema del agua para apagar la luz en Venezuela, para meternos en un túnel dictatorial sin salida.

Texto original de Carmen Muñoz.
http://www.abc.es/20100410/internacional-iberoamerica/chavez-habria-salido-poder-20100410.html

Pantallero = Venezolano


Pasando un par de días en la Colonia Tovar me pude dar cuenta de algo que se ve en muchas partes si prestas un poquito de atención: El Venezolano es Pantallero. Click aquí el que no sabe el significado.

Primero: Rolo de pepa de Sol la que había. Pero igual veías a las mujeres más que todo, con camisa larga, suéter encima, pasamontaña, otra chaqueta más arriba, otra bufanda rodeando el cuello, guantes, lentes, botas a las rodillas, etc. (En la noche que sí había frío, las descaradas andaban sin nada de eso).

Segundo: Conversaciones telefónicas a todo gañote en el medio de la calle ¿Aló, Manuel? que problema con éstos bólivares fuertes vale, me traje 15mil de esos para pasar 3 días acá con mi mujer y los muchachos, pero no estoy seguro, cuánto es en bolívares viejos? averíguame porfa, te llamo ahorita…

Tercero, y apartando el tema: Los fiscales de la Colonia, son full panas y hacen con toda perfección su labor de funcionarios públicos (nos pidieron decir eso para dejarnos tomar las fotos).




Idea y texto original de EL ESPEJO DEL VENEZOLANO - chocozuela.com
Leer también: LA FAMA DE LOS VENEZOLANOS

Crisis eléctrica persiste en Venezuela pese a lluvias y recortes


Una severa crisis eléctrica persiste en Venezuela pese a la llegada de las lluvias y los racionamientos impuestos por el gobierno, debido a que aún los esfuerzos para incorporar nuevos sistemas de generación y transmisión de energía son insuficientes, coincidieron expertos.

A través de un decreto de “emergencia eléctrica”, que se extendió el jueves por un mínimo de dos meses, el gobierno del presidente Hugo Chávez aplica multas a empresas y usuarios particulares que no reducen su consumo, y además realiza cortes programados en el suministro eléctrico en diversos puntos del país, aunque no en la capital.

El objetivo: enfrentar el descenso continuado del embalse de El Guri (sur), responsable del 73% del suministro del país, cuyo nivel se aproxima a la “zona de emergencia” debido a la fuerte sequía.

En los últimos días, el nivel de El Guri ha continuado su caída pero con “relativa lentitud como producto de las medidas tomadas por el gobierno nacional y gracias a las lluvias que han aumentado su caudal”, señaló por su parte el presidente de la estatal Edelca, Igor Gavidea.

“El sistema ha operado en condiciones estables debido a que no se excedieron los límites de transmisión y tampoco de demanda. De manera que podemos decir que estamos entrando progresivamente en un proceso de estabilización”, señaló esta semana Alí Rodríguez, ministro de Electricidad.

Pero estas medidas han sido efectivas únicamente en la “reducción del consumo y el manejo del embalse”, mientras que el “esfuerzo en generación y transmisión ha sido poco”, según José Manuel Aller, ingeniero electricista y profesor de la Universidad Simón Bolívar.

“Seguimos apostando a las lluvias y la energía termoeléctrica no aparece”, condenó a su vez Miguel Lara, ex director de la Oficina de Operación del Sistema Interconectado, que lleva la electricidad de las represas a toda Venezuela.




El gobierno venezolano se planteó instalar en 2010 un total de 5.900 megavatios de generación termoeléctrica al cierre de 2010, con una inversión de 5.900 millones de dólares.

“Pero esa cantidad no la han logrado montar en 10 años”, señaló a la AFP Gustavo González, ex directivo de la estatal Cadafe. “Es difícil aceptar que en un año lo vayan a hacer”, agregó.

Según la agencia oficial de noticias ABN, hasta febrero se habían incorporado 605 megavatios de generación termoeléctrica.

“Ante la crisis no hay nada que inventar. En dos meses, el gobierno ha hecho lo que el tiempo y las posibilidades le permiten hacer. Más allá no se puede ir”, explicó a la AFP el analista energético Heliodoro Quintero.

El impacto de esta crisis se refleja además en importantes pérdidas para el sector productivo del país.

El presidente de Consecomercio, Fernando Morgado, estimó que las ventas en el sector comercial disminuirán un 10% en el primer trimestre de 2010 respecto al mismo período del año anterior.

Además, una decisión del gobierno de extender el asueto de Semana Santa para disminuir el consumo eléctrico fue criticada por la patronal Fedecámaras, que calculó en 7,5 millones de bolívares (USD 2,82 millones a la tasa de 2,60 y USD 1,74 a 4,30) las pérdidas por la medida.

“Esos tres días de trabajo que se perdieron van a hacerle un gran daño al país”, dijo Noel Alvarez, presidente del organismo.

“El gobierno nos ha pedido un sacrificio a todos los venezolanos, pero necesitamos que nos indique (…) cuál será la forma y el tiempo en que vamos a solucionar este problema”, solicitó Morgado.

Vía “AFP”
Por “Javier Tovar”

http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/150749/crisis-electrica-persiste-en-venezuela-pese-a-lluvias-y-recortes/

María Corina Machado, ¡SORPRENDENTE METAMOSFOSIS!!!

En el 2002 María Corina Machado fue cofundadora de SUMATE, organización no gubernamental que se ha caracterizado por denunciar fraudes electorales continuados desde el referéndum revocatorio de Chávez en agosto del 2004. Se le ha conocido por ser defensora a ultranza de los derechos políticos de los venezolanos y crítica acérrima del Consejo Nacional Electoral de Venezuela.

En pocas palabras, María Corina ha sido una mujer valiente que ha enfrentado al régimen sin tapujos y ha desenmascarado en múltiples ocasiones las argucias ilegales del CNE. En más de una oportunidad la hemos visto con pruebas en la mano demostrando los fraudes sistemáticos de la dictadura castro-chavista y exhortando a los dirigentes de oposición, a exigir reglas claras como condición “sine qua nom” para participar en las farsas electorales.

De hecho, en el año 2004 y después de que el CNE diera los resultados del infame referéndum revocatorio, la señora María Corina dijo lo siguiente:

“Se tomaron dos medidas imperfectas que reflejaban la intención del elector y los votos. Estas medidas fueron elnúmero de firmas que avaló la revocatoria presidencial en cada centro de votación y las cifras de los exit polls practicados durante la consulta del 15 de agosto. Evidenciamos que en este caso, se refleja un patrón común, hay una relación sistemática entre estas dos medidas que no se corresponde con el número de votos, lo cual en un 99% avala la tesis de que se ha cometido un fraude”

Caramba, afirmar que la posibilidad de un fraude es del 99% no es poca cosa. Como tampoco lo es pasearse por el mundo 7 años consecutivos denunciando el sesgo político del CNE y hasta ser recibida en la casa Blanca por el ex presidente George Bush en el 2005. Lo más interesante del caso es que las pruebas existen, María Corina las ha hecho circular por el mundo y ha recibido el apoyo de varios organismos independientes y personalidades políticas de disímiles tendencias democráticas. Cosa que no ha ocurrido en el país por obra y gracia del espíritu santo.

Asimismo, Machado a través de SUMATE ha demostrado como el CNE manipula el REGISTRO ELECTORAL PERMANENTE y entre otras cosas, desplaza electores de manera consistente para favorecer al régimen en ciertas zonas geográficas del país. Igualmente, ha denunciado en infinidad de ocasiones que la oposición no tiene derecho a estar en el área de totalización al final de los eventos electorales y que las cajas que se utilizan para el muestreo final, son escogidas a dedo por el ente comicial contrariando las propias leyes electorales.

Hace poco denunció la ilegalidad de la modificación de las circunscripciones electorales, por considerarla anticonstitucional y sesgada a favor de la dictadura. Según dijo, en una contienda limpia y sin la modificación de las circunscripciones, la oposición hubiese ganado sin duda alguna la Asamblea Irracional; cosa que obviamente ya no ocurrirá. Es decir, María Corina no sólo sabe que el CNE hace fraude, sino que además conoce las trampas y las denuncia con anterioridad. ¡Qué maravilla de mujer!

Indudablemente una fémina inteligente que conoce a su adversario y que sería incapaz de legitimarlo a través del voto trucado, violentando así de manera morbosa sus principios inquebrantables de democracia y estoicismo. Pues bien, eso pensaba yo hasta hace poco, pero la muchacha nos salió pataruca y ahora resulta que decidió lanzarse como candidata a la Asamblea para las próximas “elecciones”.

Sin duda alguna que la metamorfosis radical y el ataque de amnesia intempestivo que sufrió María Corina Machado, es meritorio de un estudio médico multinacional que podría ser supervisado por el CNE, los testigos de mesa de SUMATE, la OEA y hasta la Casa Blanca. Lo que más me indigna y me tiene anonadado, es la pasividad con la que la población aceptó su decisión y hasta va punteando en las encuestas de su circuito electoral, que incluye: Chacao, Baruta y el Hatillo. ¡Digno de Ripley’s y aunque usted no lo crea!

Evidentemente estamos ante un nuevo caso que viene a engrosar el amplio repertorio de tarifados, vendidos, traidores y bipolares, de los que abundan en la dirigencia opositora-camaleónica venezolana. En el caso específico de María Corina Machado, sorprende el descaro y la desvergüenza con la que se lava las manos y echa por tierra todo lo dicho en los últimos años. Su actuación es amoral por decir lo menos y su candidatura es repugnante tomando en cuenta lo que ella implica.

Desde el fondo de mi corazón deseo que la señora María Corina no se encuentre en sus cabales, o que sufra de alguna discapacidad mental transitoria. No quisiera suponerme que en su desatinada decisión estuvo metida la mano peluda del castro-chavismo y que se prestó para semejante adefesio electoral que sólo servirá para legitimar al ex militar golpista y a su régimen criminal. Ojalá que recapacite y retire su candidatura, porque de lo contrario, la historia será inclemente con su juicio.

Texto original de Roberto C. Olivares.

miércoles, 7 de abril de 2010

¿Cliente o paciente?

(Texto roiginal del forista Devil_Must_Die de NoticieroDigital.com).- En el consultorio del Médico Otorrino que me atiende, una excelente persona, estaba colocado un cartel que indicaba… “Se les notifica a nuestros estimados clientes que durante el Lunes, Martes y Miércoles de Semana Santa estaremos atendiéndolos en nuestro horario habitual”.

Me llamó la atención el uso de la palabra cliente en vez de usar la palabra paciente. Le hice saber mi objeción. El médico automáticamente reconoció el error y mandó a corregir el cartel.

Sin embargo, no dejé de pensar que quizás, no en este caso, para el sistema de medicina privada los seres humanos no somos pacientes sino que somos clientes y que como tal somos tratados.

Un cliente consume, gasta dinero, que es a los que los prestatarios del servicio le interesa. Les interesa que uno siempre vuelva para a seguir gastando el dinero tal como lo rezan la mayoría de las estrategias del Marketting. La diferencia está en que los estrategas siempre dicen que deben ofrecer un producto de calidad, a buen precio, con una buena atención al cliente y en el caso de las clínicas no siempre la atención es buena, los precios no son para nada baratos y la calidad esta entredicha, porque en el caso de la salud decimos que un servicio es de calidad cuando el paciente es curado completamente y no tiene la necesidad de volver, y si no vuelve, ¿cómo gasta su dinero?.

El termino cliente no puede ser aplicado en el caso de la Salud, ya que yo no deseo ser tratado como un cliente sino que deseo ser tratado como un paciente sobre el cual, el médico debe aplicar todos sus conocimientos y herramientas para lograr la curación de la enfermedad, incluso si el sabe que la curación es algo sencillo, que no requiere de costosas medicinas, ni costosos exámenes.

¿Qué pasa cuando un paciente es tratado como un cliente?

 No existe la medicina preventiva, ya que un paciente sano, no gasta.

 No existe la atención médica primaria sino que hasta los refriados son tratados casi que como casos terminales, sobre el cual hay que hacerles todo tipo de examanes, cirugías, reclusión en las UCI y todas aquellas actividades que representan altos ingresos para las clínicas.

 El medico te hace ir a infinidades de consultar antes hacer un diagnóstico y ponerte un tratamiento. Obviamente todas las consultas tienes que pagarlas aun cuando no duren más de 5 minutos.

 Cuando la enfermedad amerita una intervención quirúrgica, Primero vas a la consulta inicial, te manda a hacer mil exámenes, luego vas a una segunda consulta en donde revisa los exámenes que te mandó a hacer en la primera, luego te manda hacer otros exámenes porque con los que te hicieron no es suficiente para saber que es lo que tienes. Vas a una tercera consulta, en donde revisa nuevamente los exámenes y te dice que lo tuyo es de cirugía, te manda a hospitalizar, para hacerte otra serie de examanes complementario. Ya estas alturas del partido se ha gastado la mitad del monto que cubre el seguro medico. Finalmente te operan y te meten 3 días en la UCI por si acaso, luego te llevan a la habitación, duras una semana para que te den de alta, no importa si la operación era para sacarte una uña enterrada, finalmente te dan de alta, y debes volver a los 5 días para que te retiren los puntos y como es obvio, nuevamente debes volver a pagar. Cuando te das cuenta, ya se consumió todo el seguro medico en una simple operación de uña enterrada y debes rogar a Dios que no te enfermes mas hasta tanto no se renueve la póliza de seguro.

 Siempre se recomiendan las medicinas mas costosas y te dicen que ni se te ocurra comprar medicamentes genéricos.

 Aun cuando el médico sepa que el examen o la terapia que te manda hacer la dan en el CDI mas cercano, que cuenta con equipos de tecnología de punta y personal calificado, te recomienda hacértelos en la clínica privada con los costos más elevados.

Y así como eso, muchas cosas mas, que deshumanizan una profesión y una labor tan loable como es la de curar a las personas y esto nos debe conllevar dos escenarios.

1. Construir un sistema de salud publico eficiente, en donde las personas podamos ser tratados con respeto, con calidad humana y en el tiempo requerido por el paciente, al cual todos podamos tener acceso. En este sentido la Revolución ha tenido grandes avances, sobre todo a nivel de la Misión Barrio Adentro en todos sus etapas, en donde se practica la atención medica primaria, en la misma comunidad, hasta la construcción de los Centros de Diagnosticos Integral, los Centros de Alta Tecnología, Salas de Rehabilitación, etc.

2. Convertir al sistema de salud privado en un sistema mas humanizado, en donde el que decida asistir también sea tratado con respeto y no lo vean como un simple objeto comercial en donde el fin ultimo no es tratar al paciente sino obtener las máximas ganancias económicas a partir de la enfermedad y en algunos casos, de la tragedia de las personas.

Como siempre digo, los medios de producción públicos y privados, en este caso, los Sistemas de Salud, pueden coexistir en nuestro socialismo moderno, sin embargo, ambos sistemas deben partir de que los mas importante, es el ser humano y a partir de allí deben establecerse todas los lineamientos que regirán la gestión de cada sistema en particular.

http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=638361

martes, 6 de abril de 2010

Chávez parece ignorar que Marx odiaba a Bolívar

En algunos países de América latina, incluida la Argentina, da la impresión de que las grandes decisiones políticas se están manejando con un bajísimo nivel cultural, de conocimiento de los asuntos y de responsabilidad por las consecuencias.

Se está viendo en los gobernantes una incomprensión de las dificultades que atraviesan las sociedades actuales, una infantil simplificación de las alternativas que se presentan y una enorme irresponsabilidad con respecto a las posibles consecuencias de lo que deciden.

El autoritarismo que conlleva el pensamiento único hace que las decisiones políticas se adopten en conciliábulos de no más de tres o cuatro personas, con lo que se pierde el valioso aporte de las muchas personas capaces e informadas que hay en todo país.

Un caso paradigmático de este tipo de manejo político, sorprendente por varias razones, es el del llamado "socialismo bolivariano" del presidente de Venezuela, comandante Hugo Chávez, con su decadente retorno al marxismo y su inconsulta decisión de imponer la enseñanza del marxismo en todas las escuelas del país.

Sorprendente por su decadente anacronismo, pero más sorprendente todavía porque parece ignorar el manifiesto y explícito desprecio de Marx y Engels por nuestros países latinoamericanos y la admiración de ambos por los Estados Unidos, cuyo imperialismo sobre nuestros países aprobaban.

Nuestro asombro llega a su máxima expresión cuando vemos que se enseña obligatoriamente a los niños y a los reclutas militares venezolanos a estos dos autores que vituperaron a su héroe nacional, Simón Bolívar, con sus más soeces y despectivas injurias.

El anacronismo de este decadente retorno al marxismo se puso en evidencia con la extrañeza que surgió de los actuales gobernantes rusos (que algo saben de marxismo) cuando el presidente Chávez, en visita oficial, les dijo que extrañaba al marxismo en Rusia y que no deberían haberlo dejado atrás.

Se vió también en el asombro que manifestó el importante consejero político español Miguel Angel Cortés, del que se hizo eco el diario La Nación de Argentina. Este especialista, comentando la decisión chavista de imponer la enseñanza del marxismo en las escuelas venezolanas, dijo: "Es un retorno a la Edad de Piedra, o una vuelta al pleistoceno superior".

Pero este anacronismo, esta imposición de "utopías regresivas", como las denominó el ex presidente de Brasil el sociólogo Fernando Henrique Cardoso, no nos puede asombrar demasiado.

Estamos acostumbrados en estos lares a que cualquier presidente, apoyado en una ocasional mayoría, se sienta con impulsos dictatoriales para arrear a sus pueblos hacia donde le indica su capricho político.

Es más grave la ignorancia que trasunta el desconocimiento de las posiciones políticas concretas de Marx y Engels, que eran de un orgulloso europeísmo y de una convicción de que el porvenir estaba en los dos países que ellos consideraban depositarios de la civilización y el progreso, cuya obligación era llevarlo a los demás: los Estados Unidos a los países latinoamericanos y Alemania a los países eslavos del Este. Veamos nuestra parte.

Siguiendo a su maestro Hegel, y en la típica actitud del modernismo, Marx y Engels exhiben un europeísmo altanero con respecto a nuestros pueblos, que Hegel denominaba despectivamente "pueblos sin historia".

Hegel llega hasta afirmar en su Filosofía de la historia universal que en América latina se degenera todo lo europeo, no solamente las personas, sino hasta los animales y las plantas importadas.

En esa línea, escribe Marx a Engels en un carta del 2 de diciembre de 1854: "Los españoles están completamente degenerados. Pero, con todo, un español degenerado, para un mexicano, constituye un ideal".

En carta a Kautsky, del 21 de enero de 1893, comentando sobre los partidos brasileños, extiende su desprecio a todos los sudamericanos: "La importancia de estos partidos sudamericanos está siempre en relación inversa a las alharacas de sus programas".

No se queda atrás Engels cuando habla de la conquista de la California mexicana por los texanos de los Estados Unidos, en dos artículos periodísticos: "En América latina hemos presenciado la conquista de México, lo que nos ha complacido. Constituye un progreso. Es en interés de su propio desarrollo que México estará en el futuro bajo la tutela de los Estados Unidos" (23/1/1848).

En la época de Engels, se disfrazaba de "tutela colonial" -en Gran Bretaña, de "carga del hombre blanco" y de "misión civilizadora" en Francia- a lo que a partir de 1902, con J. A. Hobson (seguido y citado por Lenin desde 1917) se llama directamente imperialismo.

Pero no todos se engañaban como Engels con el canto de la tutela colonial y la misión civilizadora.

Un año antes de esta publicación, el Congreso del estado de Massachusetts había condenado enérgicamente esta conquista, declarando que era una injusta maniobra de los terratenientes esclavistas del Pacífico. Sin embargo, todavía dos años después de esta condena, el 15 de febrero de 1899, Engels sigue en su posición, escribiendo contra Bakunin, que también se oponía: "¿Y les reprochará Bakunin a los norteamericanos realizar una guerra de conquista, pero que fue llevada a cabo única y exclusivamente en beneficio de la civilización? ¿O acaso es una desgracia que la magnífica California haya sido arrancada a los perezosos mexicanos, que no sabían qué hacer con ella?".

¿Estará Chávez de acuerdo con todo esto, para enseñarlo a los niños venezolanos?

Valga, aunque sea difícil de aceptar y menos de comprender, que un país enseñe obligatoriamente las doctrinas de pensadores que los desprecian, pero lo que es realmente incomprensible es que se enseñe obligatoriamente a autores que insultan a su héroe nacional y al título adoptado de República Bolivariana de Venezuela.

El desprecio de Marx por Simón Bolívar es tan profundo que en la extensa biografía que escribió para la New American Cyclopaedia de los Estados Unidos, donde revisa pormenorizadamente todas y cada una de sus campañas, le niega aptitudes militares y, peor aún, valentía, porque, según Marx, casi siempre abandonó a sus hombres en las batallas para huir cobardemente.

Comenta que quería unificar toda América del Sur "en una república federal cuyo dictador quería ser él mismo". En carta a Engels del 14 de febrero de 1858, le dice: "Simón Bolívar es el canalla más cobarde, brutal y miserable", y lo compara con Faustin Soulouque, el negro haitiano que se proclamó emperador.

Lamento tener que transcribir todas estas cosas, que, por supuesto, no comparto, por el respeto que tengo por el pueblo venezolano y su nación y porque ese desprecio me afecta como latinoamericano orgulloso de serlo.

Además, he combatido el eurocentrismo en varias publicaciones mías. Pero ésta es la expresión fehaciente de las opiniones de Marx y Engels, que los gobernantes venezolanos parecen no conocer o no querer escuchar.

Cuando uno entra en utopías regresivas tropieza con todo el contexto histórico que las rodea y del que no puede desembarazarse.

Nada de esto es para criticar a países ajenos al mío; está expuesto como ejemplo dirigido a nuestros gobernantes, para que experimenten en cabeza ajena las consecuencias de las improvisaciones políticas.

Espero que les sirva para que tomen en cuenta aquel precepto que enseñaban nuestros viejos estadistas cuando la Argentina era un país respetable: "Gobernar no es payar".

Texto original de José E. Miguens



Artículo relacionado: BOLÍVAR y PONTE - Texto original de Karl Heinrich Marx (1858)

Sabías que... TODOS LOS PRESIDENTES DE VENEZUELA han estado implicados en asesinatos o son asesinos y que NUNCA han sentido remordimiento alguno...

Sabías que... ¿El fenómeno climatológico EL NIÑO no afecta directamente a Venezuela pero que SÍ depende del "anillo de convergencia intertropical"?

Sabías que... Actualmente, Hugo Chávez prefirió GASTAR unos 5000 millones US$ en comprar armamento ruso en vez de invertirlo en educación, salud, etc.

Sabías qué... La crisis eléctrica persistirá unos años más, aun lloviendo bastante... ¿por qué? ¡Están mal las turbinas generadoras en las represas!!!

lunes, 5 de abril de 2010

La FAMA de los venezolanos

¿De qué tenemos fama los venezolanos?

No sólo somos una mezcla de etnias. Los habitantes de estas tierras conformamos también una paradójica combinación de caracteres. En este trabajo seis especialistas esbozan un retrato de ese “colorido” individuo criollo a partir de los calificativos con los que se suele identificarlo. Maritza Montero, doctora en psicología social; Laureano Márquez, humorista y politólogo; Oscar Yanes, periodista y cronista; Rubén Hernández, médico psiquiatra y sexólogo; Carlos Silva, psicólogo social, y Roberto Echeto, periodista, docente y productor radial, esbozan ese retrato de la personalidad criolla tan doloroso como reconfortante.




  • Desde el punto de vista positivo...

Hospitalarios y generosos. Estas cualidades nos han caracterizado desde antaño. Relata Montero que “a principios del siglo XIX, personajes como Alexander von Humboldt decían que los venezolanos, a pesar de tener un origen humilde, atendían divinamente en sus casas. En el siglo XX se comenzó a decir que somos, también, generosos; vino la costumbre de la ‘ñapa'”. Silva agrega que “es usual en los habitantes del interior del país atender a sus huéspedes de una manera minuciosa y muy amable. Los citadinos son menos hospitalarios, pero siempre están dispuestos a decirte dónde quedan los lugares. No hay nada que nos guste más que dar una dirección”. Yanes utiliza un dicho para resumir estas ideas: “Somos los inventores de eso que reza que ‘tu mejor amigo es tu vecino’. Son famas que nos deben llenar de orgullo, lo que pasa es que no nos gusta reconocerlas porque creemos que se nos va a tildar de tontos”.

Humoristas. De todo sacamos un chiste. Resalta Montero que “a finales del siglo XIX ya había una muestra representativa de este talento gracias a poetas como Francisco Antonio Delpino y Lamas y su ‘delpiniada’; ese humor popular que formaba parte de la protesta política es algo que ha existido en este país durante todos los gobiernos, incluyendo el actual”. Yanes agrega que “somos unos mamadores de gallo consumados. Es una virtud que ha crecido en los gobiernos más férreos y dictatoriales que ha tenido Venezuela. Quizás la heredamos de los andaluces”. Pese a las observaciones anteriores, Echeto tiene una opinión contraria al respecto: “Somos gozones que es muy distinto a ser humoristas. Nos reímos de todo, pero todavía no de nosotros mismos”. Laureano Márquez concluye, como “autoridad” en la materia, que “esta cualidad no ha podido ser eliminada a pesar del interés que existe en fomentar el odio”. De cualquier forma, el tema político no es la única materia para esta virtud de comediantes, reinan también los juegos del lenguaje para el doble sentido, con connotaciones sexuales, y los eternos lugares comunes: “Yo te conozco de atrás” es uno de los clásicos.

Creativos. “Cuando no tenemos los recursos necesarios para resolver un problema lo hacemos con lo que tenemos a mano. En el fondo, el conocido personaje McGiver no es gringo sino venezolano”, bromea Silva. Montero señala que tenemos una extraordinaria capacidad para producir respuestas originales a los problemas. A lo que Echeto agrega que “basta ver esos ranchos de tres y cuatro pisos; hay que ser creativos para construir esas obras maestras de la ingeniería improvisada a las que sólo tumba un aguacero de cuatro o cinco días seguidos, como los que caen en nuestro bello país y que tumban también puentes construidos por ingenieros graduados en la universidad”. Un capítulo aparte merece nuestra creatividad lingüística; sólo en el área de salud se encuentran términos como: “quebranto”, “yeyo” y “soponcio”.

Buenos bailarines. “Nos encanta una parranda y un picoteo y además bailamos de manera fantástica”, resalta Hernández. Ciertamente se ha transformado en una eterna costumbre eso de “saberse el pasito de moda”, que variará en las fiestas de acuerdo al ritmo que impere en las emisoras radiales. Aunque, obviamente, la salsa, el merengue y los tambores se nos dan de una manera natural. Un enlace matrimonial puede convertirse en todo un “duelo” de baile.


  • Desde el punto de vista negativo...

¿Maleducados? “Supeditamos la cortesía a nuestros estados de ánimo: si estamos de buenas, somos amables; si estamos de malas, tratamos a la gente a las patadas. Raras veces decimos ‘por favor’ y ‘gracias’”, explica Silva. Esta mala fama, lamentablemente, se confirma en el sector servicios. Montero lo explica de manera más detallada: “Se dice que el venezolano descuida lo que se define como ‘atención al público’. Si el servicio no fue ‘de primera’ se intenta compensar con formas del lenguaje que no serían concebibles en otros países del mundo:’¿Qué te puedo servir, mi amor?, ‘A la orden, chamo’, ‘No te pongas bravo, panita’, ‘En ese color no hay, mi reina’. Por otro lado, en algunos casos, el cliente no exige un buen servicio por temor a ser considerado descortés o impositivo. En definitiva hay una zona borrosa entre lo que son los derechos y los deberes de los ciudadanos”, puntualiza la investigadora.

Despilfarradores. A partir de la época de bonanza petrolera de la década de los setenta, la generosidad de los venezolanos comienza a ser vista como una “vocación” para el despilfarro. “Hay ciertas celebraciones que son particularmente dispendiosas: los bautizos, las primeras comuniones y las bodas. En este tipo de eventos se gasta lo máximo y se buscan alternativas de calidad; no en vano somos uno de los países con mayor consumo de whisky premium”, apunta Montero. “¿Acaso la nuestra sea la única nación en donde se hagan largas colas para comprar un teléfono celular?”, pregunta Silva, a lo que Hernández agrega que “el ‘tá barato, dame dos’ persiste en el inconsciente colectivo”. Márquez agrega que el ahorro no es una virtud. “Bueno, tampoco hay mucho de dónde ahorrar. Creemos en un país rentista: se puede gastar todo ya que siempre un golpe de suerte nos traerá más dinero”.

Pantalleros. “Nos gusta alardear de que tenemos lo mejor. En los barrios las familias humildes siempre viven pregonando un pasado tremendo; tú ves a la más viejita en un ranchito rememorando: ‘¡Qué tiempos aquellos cuando yo vivía en una casa de tres pisos en La Pastora!’. Nos viene del español, a quien siempre le gusta hacer resaltar que tiene un origen grande”, destaca Yanes, quien agrega que, del mismo modo, se pone en práctica eso de mostrar algún artefacto electrodoméstico recién adquirido al vecino, mintiendo sobre su verdadero costo (se le sube el precio para alardear más). Caso aparte el de los muchachos o muchachas que presumen de los atributos físicos de sus novios (as) y “las exhiben como trofeos ganados en una competencia”, según lo señalado por Silva.

Vivos. La conocida “viveza criolla”, según explica Yanes, tiene su origen en lo caribe. “Los indios caribes eran profundamente vivos, perseguían la corrupción de las otras tribus y les cortaban las manos a los delincuentes, pero cuando ellos cometían peculados no se cortaban ni una uña”. Silva agrega que “creemos que todo aquello que se debe hacer en cinco pasos, siempre es posible resumirlo en uno”. Montero complementa las referencias históricas. “En 1962, Felipe Massiani publicó una obra titulada La Viveza, en la cual emparentaba esa característica criolla con la picaresca española del Siglo de Oro. Esa capacidad de sacar provecho propio a partir de fuentes muy disímiles, de pensar rápido y actuar, ha dado lugar a expresiones y términos muy vigentes en el lenguaje popular como: estar ‘pilas’ o ser ‘un avión’”. Márquez puntualiza con humor que “a veces, cuando somos vivos, la gente piensa que somos maleducados. Y no es así, es, simplemente, viveza”.

Desorganizados. Rubén Hernández señala que “la precisa planificación de actividades brilla por su ausencia. Tendemos a inventar las soluciones a última hora. El tráfico de nuestras ciudades es un claro ejemplo de la desorganización: cada uno tiene su vía de escape y su forma de llegar más rápido”.


  • Desde un punto de vista intermedio...

Trabajadores y perezosos. Históricamente tenemos fama de flojos. Era una característica que se les atribuyó, injustamente, a las poblaciones indígenas. “Hay crónicas de los misioneros de la zona de Píritu que decían que algunas de las tribus eran consideradas ‘imposibles de civilizar’ y ‘no dadas al trabajo’. Pero recordemos que el contexto estuvo marcado por una conquista violenta que, además, implicó un gran choque cultural, a lo cual se suma el hecho de que las formas de trabajo que se les imponían a estas poblaciones eran totalmente desconocidas para las mismas”, asegura Montero, quien menciona que en estudios recientes la consideración de “perezoso” ha sido desplazada por la de “trabajador”; entre otras causas debido a que la calidad de vida del venezolano y su poder adquisitivo se han deteriorado, lo cual ha impulsado el mercado laboral en todas sus formas. Yanes, por su parte, destaca que “la justificación que se le buscaba a la presunta flojera venezolana, hace 80 años, era el paludismo, a lo cual le siguió algo menos ‘justificado’ como lo es el ‘jalamecatismo’; es decir, que el venezolano prefiere jalar mecate que trabajar. Más que una fama, en estos últimos años ha pasado a ser una triste realidad”. Silva concluye con una reflexión a partir de esta dualidad: “Aunque madrugamos para ir a trabajar, una vez en la oficina, procuramos hacer todo con el menor esfuerzo posible. Y si se da la ocasión de no hacer nada, pues no hacemos nada”. Echeto es un poco más contundente en sus aseveraciones: “Se elabora un sofisma según el cual porque se madruga se es trabajador y eso no es verdad. Levantarse a las tres de la mañana para llegar a la oficina a las ocho denota que no luchamos porque la autoridad competente construya carreteras y organice un buen sistema de transporte público”. Márquez menciona que no se nos puede tildar de flojos, ya que lo que tenemos es un “cansancio histórico”. “Tampoco sé si somos ‘trabajadores’, pero lo de ‘pasadores de trabajo’ no no los quita nadie”...

Vanidosos. “La vida nos ha salvado de ser rubios con los ojos azules, porque de haber sido así, probablemente nos hubiéramos convertido en nazis, pensando que somos la primera raza del mundo”, menciona un preocupado Yanes. Montero se basa en relatos de sus colegas para desarrollar este punto: “En una oportunidad, un profesor que tuve en la Universidad de París me comentó que lo que más le sorprendía de los venezolanos era cuán cuidadosos eran en su arreglo personal. Se puede constatar en los trabajos comunitarios en los barrios: a veces un individuo se acerca a excusarse por no participar en alguna tarea colectiva porque ‘ya se bañó y no hay más agua’; es decir, que se podría ensuciar y no volverse a lavar. Es algo que está presente en nuestro proceso de socialización: no nos gusta andar desaliñados. Las peluquerías no carecerán de clientela mientras la venezolanidad exista”.

Religiosos. Yanes apunta que “somos unos pillos en materia de religión: pedimos a los santos cuando la cosa se pone fea”. Márquez asegura que “hasta los atracadores se persignan antes de salir a robar”.


Reportaje original de Pedro Blanco.

pblanco@eluniversal.com


¿Y QUE DICEN EN EL EXTERIOR?

Las opiniones de los entrevistados son muy variadas al respecto. Yanes opina que seguimos siendo vistos como seres “chabacanos” que presumen de tener mucho dinero y de ser lo más importante de América Latina: “¿Cómo es posible que se nos identifique por menear el dedo meñique dentro del vaso de whisky?”. Echeto confirma la idea de que somos famosos por los tres productos que más exportamos: el petróleo, las bellas mujeres y la cerveza. Montero acota que, en algunos casos, el comportamiento del venezolano fuera de nuestras fronteras retrata a una persona “respetuosa de las leyes”, especialmente de las de tránsito, “lo cual contrasta con los cotidianos ‘pica-cauchos’ que tenemos en el país”. Hernández acota que también gozamos de fama de “dicharacheros y chéveres” y de ser un país inmensamente rico, pero muy mal administrado, lleno de grandes contrastes sociales. En otro ámbito acota que la población masculina ha adquirido fama de ser “preocupada por mejorar la calidad de su vida sexual”. “No en vano ocupamos el segundo lugar, a escala mundial, en la venta de productos para mejorar la erección”...

viernes, 2 de abril de 2010

BIOGRAFIA ¿REAL? DE SIMÓN BOLÍVAR - Texto original de Karl Heinrich Marx (1858)

BOLÍVAR Y PONTE, Simón, el "Libertador" de Colombia, nació el 24 de julio de 1783 en Caracas y murió en San Pedro, cerca de Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830. Descendía de una de las familias mantuanas, que en la época de la dominación española constituían la nobleza criolla en Venezuela. Con arreglo a la costumbre de los americanos acaudalados de la época, se le envió Europa a la temprana edad de 14 años. De España pasó Francia y residió por espacio de algunos años en París. En 1802 se casó en Madrid y regresó a Venezuela, donde su esposa falleció repentinamente de fiebre amarilla. Luego de este suceso se trasladó por segunda vez a Europa y asistió en 1804 a la coronación de Napoleón como empe rador, hallándose presente, asimismo, cuando Bonaparte se ciñó la corona de hierro de Lombardía. En 1809 volvió a su patria y, pese a las instancias de su primo José Félix Ribas, rehusó adherirse a la revolución que estalló en Caracas el 19 de abril de 1810. Pero, con posterioridad a ese acontecimiento, aceptó la misión de ir a Londres para comprar armas y gestionar la protección del gobierno británico. El marqués de Wellesley, a la sazón ministro de relaciones exteriores, en apariencia le dio buena acogida. pero Bolívar no obtuvo más que la autorización de exportar armas abonándolas al contado y pagando fuertes derechos. A su regreso de Londres se retiró a la vida privada, nuevarnente, hasta que en setiembre de 1811 el general Miranda, por entonces comandante en jefe de las fuerzas rectas de mar y tierra, lo persuadió de que aceptara el rango de teniente coronel en el estado mayor y el mando de Puerto Cabello, la principal plaza fuerte de Venezuela.

Cuando los prisioneros de guerra españoles, que Miranda enviaba regularmente a Puerto Cabello para mantenerlos encerrados en la ciudadela, lograron atacar por sorpresa la guardia y la dominaron, apoderándose de la ciudadela, Bolívar, aunque los españoles estaban desarmados, mientras que él disponía de una fuerte guarnición y de un gran arsenal, se embarcó precipitadamente por la noche con ocho de sus oficiales, sin poner al tanto de lo ocurría ni a sus propias tropas, arribó al amanecer a Guaira y se retiró a su hacienda de San Mateo. Cuando la guarnición se enteró de la huida de su comandante, abandonó en buen orden la plaza, a la que ocupade inmediato los españoles al mando de Monteverde. Este acontecimiento inclinó la balanza a favor de España y forzó a Miranda a suscribir, el 26 de julio de 1812, por encargo del congreso, el tratado de La Victoria, que sometió nuevamente a Venezuela al dominio español. El 30 de julio llegó Miranda a La Guaira, con la intención embarcarse en una nave inglesa. Mientras visitaba al coronel Manuel María Casas, comandante de la plaza, se encontró con un grupo numeroso, en el que se contaban don Miguel Peña y Simón Bolívar, que lo convencieron de que se quedara, por lo menos úna noche, en la residencia de Casas. A las dos de la madrugada, encontrándose Miranda profundamente dormido, Casas, Peña y Bolívar se introdujeron en su habitación con cuatro soldados armados, se apoderaron precavidamente de su espada y su pistola, lo despertaron y con rudeza le ordenaron que se levantara y vistiera, tras lo cual lo engrillaron y entregaron a Monteverde. El jefe español lo remitió a Cádiz, donde Miranda, encadenado, murió después de varios años de cautiverio. Ese acto, para cuya justificación se recurrió al pretexto de que Miranda había traicionado a su país la capitulación de La Victoria, valió a Bolívar el especial favor de Monteverde, a tal punto que cuando el primero le solicitó su pasaporte, el jefe español declaró: "Debe satisfacerse el pedido del coronel Bolívar, como recompensa al servicio prestado al rey de España con laentrega de Miranda".

Se autorizó así a Bolívar a que se embarcara con destino a Curazao, donde permaneció seis semanas. En cornpañía de su primo Ribas se trasladó luego a la pequeña república de Cartagena. Ya antes de su arribo habían huido a Cartagena gran cantidad de soldados, ex combatientes a las órdenes del general Miranda. Ribas les propuso emprender una expedición contra los españoles en Venezuela y reconocer a Bolívar como comandante en jefe. La primera propuesta recibió una acogida entusiasta; la segunda fue resistida, aunque finalmente accedieron, a condición de que Ribas fuera el lugarteniente de Bolívar. Manuel Rodríguez Torices, el presidente de la república de Cartagena, agregó a los 300 soldados así reclutados para Bolívar otros 500 hombres al mando de su primo Manuel Castillo. La expedición partió a comienzos de enero de 1813. Habiéndose producido rozamientos entre Bolívar y Castillo respecto a quién tenía el mando supremo, el segundo se retiró súbitamente con sus granaderos. Bolívar, por su parte, propuso seguir el ejemplo de Castillo y regresar a Cartagena, pero al final Ribas pudo persuadirlo de que al menos prosiguiera en su ruta hasta Bogotá, en donde a la sazón tenía su sede el Congreso de Nueva Granada. Fueron allí muy bien acogidos, se les apoyó de mil maneras y el congreso los ascendió al rango de generales. Luego de dividir su pequeño ejército en dos columnas, marcharon por distintos caminos hacia Caracas. Cuanto más avanzaban, tanto más refuerzos recibían; los crueles excesos de los españoles hacían las veces, en todas partes, de reclutadores para el ejército independentista. La capacidad de resistencia de los españoles estaba quebrantada, de un lado porque las tres cuartas partes de su ejército se componían de nativos, que en cada encuentro se pasaban al enemigo; del otro debido a la cobardía de generales tales como Tízcar, Cajigal y Fierro, que a la menor oportunidad abandonaban a sus propias tropas. De tal suerte ocurrió que Santiago Mariño, un joven sin formación, logró expulsar de las provincias de Cumaná y Barcelona a los españoles, al mismo tiempo que Bolívar ganaba terreno en las provincias occidentales. La única sistencia seria la opusieron los españoles a la columna de Ribas, quien no obstante derrotó al general Monteverde en Los Taguanes y lo obligó a encerrarse en Puerto Cabello el resto de sus tropas.

Cuando el gobernador de Caracas, general Fierro, tuvo noticias de que se acercaba Bolívar, le envió parlamentarios para ofrecerle una capitulación, la que se firmó en La Victoria. Pero Fierro, invadido por un pánico repentino y sin aguardar el regreso de sus propios emisarios, huyó secretamente por la noche y dejó a más de 1.500 españoles librados a la merced del enemigo. A Bolívar se le tributó entonces una entrada apoteótica. De pie, en un carro de triunfo, al que arrastraban doce damiselas vestidas de blanco y ataviadas con los colores nacionales, elegidas todas ellas entre las mejores familias caraqueñas, Bolívar, la cabeza descubierta y agitando un bastoncillo en la man, fue llevado en una media hora desde la entrada la ciudad hasta su residencia. Se proclamó "Dictador y Libertador de las Provincias Occidentales de Venezuela" --Mariño había adoptado el título de "Dictador de las Provincias Orientales"--, creó la "Orden del Libertador", formó un cuerpo de tropas escogidas a las que denominó guardia de corps y se rodeó de la pompa propia de una corte. Pero, como la mayoría de sus compatriotas, era incapaz de todo esfuerzo de largo aliento y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en la cual asuntos más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las finanzas públicas y luego recurrían a medios odiosos para reorganizarlas. De este modo el novel entusiasmo popular se transformó en descontento, y las dispersas fuerzas del enemigo dispusieron de tiempo para rehacerse. Mientras que a comienzos de agosto de 1813 Monteverde estaba encerrado en la fortalede Puerto Cabello y al ejército español sólo le quedaba una angosta faja de tierra en el noroeste de Venezuela, apenas tres meses después el Libertador había perdido su prestigio y Caracas se hallaba amenazada por la súbita aparición en sus cercanías de los españoles victoriosos, al mando de Boves. Para fortalecer su poder tambaleante Bolívar reunió, el 1de enero de 1814, una junta constituida por los vecinos caraqueños más influyentes y les manifestó que no deseaba soportar más tiempo el fardo de la dictadura. Hurtado de Mendoza, por su parte, fundamentó en un prolongado discurso "la necesidad de que el poder supremo se mantuviese en las manos del general Bolívar hasta que el Congreso de Nueva Granada pudiera reunirse y Venezuela unificarse bajo un solo gobierno". Se aprobó esta propuesta y, de tal modo, la dictadura recibió una sanción legal.

Durante algún tiempo se prosiguió la guerra contra los españoles, bajo la forma de escaramuzas, sin que ninguno de los contrincantes obtuviera ventajas decisivas. En junio de 1814 Boves, tras concentrar sus tropas, marchó de Calabozo hasta La Puerta, donde los dos dictadores, Bolívar y Mariño, habían combinado sus fuerzas. Boves las encontró allí y ordenó a sus unidades que las atacaran sin dilación. Tras una breve resistencia, Bolívar huyó a Caracas, mientras que Mariño se escabullía hacia Cumaná. Puerto Cabello y Valencia cayeron en las manos de Boves, que destacó dos columnas (una de ellas al mando del coronel González) rumbo a Caracas, por distintas rutas. Ribas intentó en vano contener el avance de González. Luego de la rendición de Caracas a este jefe, Bolívar evacuó a La Guaira, ordenó a los barcos surtos en el puerto que zarparan para Cumaná y se retiró con el resto de sus tropas hacia Barcelona. Tras la derrota que Boves infligió a los insurrectos en Arguita, el 8 de agosto de 1814, Bolívar abandonó furtivamente a sus tropas, esa misma noche, para dirigirse apresuradamente y por atajos hacia Cumaná, donde pese a las airadas protestas de Ribas se embarcó de inmediato en el "Bianchi", junto con Mariño y otros oficiales. Si Ribas, Páez y los demás generales hubieran seguido a los dictadores en su fuga, todo se habría perdido. Tratados como desertores a su arribo a Juan Griego, isla Margarita, por el general Arismendi, quien les exigió que partieran, levaron anclas nuevamente hacia Carúpano, donde, habiéndolos recibido de manera análoga el coronel Bermúdez, se hicieron a la mar rumbo a Cartagena. Allí a fin de cohonestar su huida, publicaron una memoria de justificación, henchida de frases altisonantes.

Habiéndose sumado Bolívar a una conspiración para derrocar al gobierno de Cartagena, tuvo que abandonar esa pequeña república y seguir viaje hacia Tunja, donde etaba reunido el Congreso de la República Federal de Nueva Granada. La provincia de Cundinamarca, en ese entonces, estaba a la cabeza de las provincias independientes que se negaban a suscribir el acuerdo federal neogranadino, mientras que Quito, Pasto, Santa Marta y otras provincias todavía se hallaban en manos de los españoles. Bolívar, que llegó el 22 de noviembre de 1814 a Tunja, designado por el congreso comandante en jefe de las fuerzas armadas federales y recibió la doble misión de obligar al presidente de la provincia de Cundinamarca a reconociera la autoridad del congreso y de marchar luego sobre Santa Marta, el único puerto de mar fortificado granadino aún en manos de los españoles. No presentó dificultades el cumplimiento del primer cometido, puesto que Bogotá, la capital de la provincia desafecta, carecía de fortificaciones. Aunque la ciudad había capitulado, Bolívar permitió a sus soldados que durante 48 horas la saquearan. En Santa Marta el general español Montalvo, disponía tan sólo de una débil guarnición de 200 hombres y de una plaza fuerte en pésimas condiciones defensivas, tenía apalabrado ya un barco francés para asegurar su propia huida; los vecinos, por su parte, enviaron un mensaje a Bolívar participándole que, no bien apareciera, abrirían las puertas de la ciudad y expulsarían a la guarnición. Pero en vez de marchar contra los españoles de Santa Marta, tal como se lo había ordenado el congreso, Bolívar se dejó arrastrar por su encono contra Castillo, el comandante de Cartagena, y actuando por su propia cuenta condujo sus tropas contra esta última ciudad, parte integral de la República Federal. Rechazado, acampó en Popa, un cerro situado aproximadamente a tiro de cañon de Cartagena. Por toda batería emplazó un pequeño cañón, contra una fortaleza artillada con unas 80 piezas. Pasó luego del asedio al bloqueo, que duró hasta comienzos de mayo, sin más resultado que la disminución de sus efectivos, por deserción o enfermedad, de 2.400 a 700 hombres. En el ínterin una gran expedición española comandada por el general Morillo y procedente de Cádiz había arribado a la isla Margarita, el 25 de marzo de 1815. Morillo destacó de inmediato poderosos refuerzos a Santa Marta y poco después sus fuerzas se adueñaron de Cartagena. Previamente, empero, el 10 de mayo 1815, Bolívar se había embarcado con una docena de oficiales en un bergantín artillado, de bandera británica, rumbo a Jamaica. Una vez llegado a este punto de refugio publicó una nueva proclama, en la que se presentaba como la víctima de alguna facción o enemigo secreto y defendía su fuga ante los españoles como si se tratara una renuncia al mando, efectuada en aras de la paz pública.

Durante su estada de ocho meses en Kingston, los genrales que había dejado en Venezuela y el general Arismendi en la isla Margarita presentaron una tenaz resistencia las armas españolas. Pero después que Ribas, a quién Bolívar debía su renombre, cayera fusilado por los españoles tras la toma de Maturín, ocupó su lugar un hombre de condiciones militares aun más relevantes. No pudiendo desempeñar, por su calidad de extranjero, un papel autónomo en la revolución sudamericana, este hombre decidió entrar al servicio de Bolívar. Se trataba de Luis Brion. Para prestar auxilios a los revolucionarios se había hecho a la mar en Londres, rumbo a Cartagena, con una corbeta de 24 cañones, equipada en gran parte a sus propias expensas y cargada con 14.000 fusiles y una gran cantidad de otros pertrechos. Habiendo llegado demasiado tarde y no pudiendo ser útil a los rebeldes, puso proa hacia Cayos, en Haití, adonde muchos emigrados patriotas habían huido tras la capitulación de Cartagena. Entretanto Bolívar se había trasladado también a Puerto Príncipe donde, a cambio de su promesa de liberar a los esclavos, el presidente haitiano Pétion le ofreció un cuantioso apoyo material para una nueva expedición contra los españoles de Venezuela. En Los Cayos se encontró con Brion y los otros emigrados y en una junta general se propuso a sí mismo como jefe de la nueva expedición, bajo la condición de que, hasta la convocatoria de un cóngreso general, él reuniría en sus manos los poderes civil y militar. Habiendo aceptado la mayoría esa condición, los expedicionarios se hicieron a la mar el 16 de abril de 1816 con Bolívar como comandante y Brion en calidad de almirante. En Margarita, Bolívar logró ganar para su causa a Arismendi, el comandante de la isla, quien había rechazado a los españoles a tal punto que a éstos sólo les restaba un único punto de apoyo, Pampatar. Con la formal promesa de Bolívar de convocar un congreso nacional en Venezuela no bien se hubiera hecho dueño del país, Arismendi hizo reunir una junta en la catedral de Villa del Norte y proclamó públicamente a Bolívar jefe supremo de las repúblicas de Venezuela y Nueva Granada. El 31 de mayo de 1816 desembarcó Bolívar en Carúpano, pero no se atrevió a impedir que Mariño y Piar se apartaran de él y efectuaran, por su propia cuenta, una campaña contra Cumaná. Debilitado por esta separación y siguiendo los consejos de Brion se hizo a la vela rumbo a Ocumare [de la Costa], adonde arribó el 3 de julio de 1816 con 13 barcos, de los cuales sólo 7 estaban artillados. Su ejército se componía tan sólo de 650 hombres, que aumentaron a 800 por el reclutamiento de negros, cuya liberación había proclamado. En Ocumare difundió un nuevo manifiesto, en el que prometía "exterminar a los tiranos" y "convocar al pueblo para que designe sus diputados al congreso. Al avanzar en dirección a Valencia, se topó, no lejos de Ocumare, con el general español Morales, a la cabeza de unos 200 soldados y 100 milicianos. Cuando los cazadores de Morales dispersaron la vanguardia de Bolívar, éste, según un testigo ocular, perdió "toda presencia de ánimo y sin pronunciar palabra, en un santiamén volvió grupas y huyó a rienda suelta hacia Ocumare, atravesó el pueblo a toda carrera, llegó a la bahía cercana, saltó del caballo, se introdujo en un bote y subió a bordo del « Diana», dando orden a toda la escuadra de que lo siguiera a la pequeña isla de Bonaire y dejando a todos sus compañeros privados del menor auxilio". Los reproches y exhortaciones de Brion lo indujeron a reunirse a los demás jefes en la costa de Cumaná; no obstante, como lo recibieron inamistosamente y Piar lo amenazó con someterlo a un consejo de guerra por deserción y cobardía, sin tardanza volvió a partir rumbo a Los Cayos. Tras meses y meses de esfuerzos, Brion logró finalmente persuadir a la mayoría de los jefes militares venezolanos -que sentían la necesidad de que hubiera un centro, aunque simplemente fuese nominal- de que llamaran una vez más a Bolívar como comandante en jefe, bajo la condición expresa de que convocaría al congreso y no se inmiscuiría en la administración civil. El 31 de diciembre de 1816 Bolívar arribó a Barcelona con las armas, municiones y pertrechos proporcionados por Pétion. El 2 de enero de 1817 se le sumó Arismendi, y el día 4 Bolívar proclamó la ley marcial y anunció que todos los poderes estaban en sus manos. Pero 5 días después Arismendi sufrió un descalabro en una emboscada que le tendieran los españoles, y el dictador huyó a Barcelona. Las tropas se concentraron nuevamente en esa localidad, adonde Brion le envió tanto armas como nuevos refuerzos, de tal suerte que pronto Bolívar dispuso de una nueva fuerza de 1.100 hombres. El 5 de abril los españoles tomaron la ciudad de Barcelona, y las tropas de los patriotas se replegaron hacia la Casa de la Misericordia, un edificio sito en las afueras. Por orden de Bolívar se cavaron algunas trincheras, pero de manera inapropiada para defender contra un ataque serio una guarnición de 1.000 hombres. Bolívar abandonó la posición en la noche del 5 de abril, tras comunicar al coronel Freites, en quien delegó el mando, que buscaría tropas de refresco y volvería a la brevedad. Freites rechazó un ofrecimiento de capitulación, confiado en la promesa, y después del asalto fue degollado por los españoles, al igual que toda la guarnición.

Piar, un hombre de color, originario de Curazao, concibió y puso en práctica la conquista de la Guayana, a cuyo efecto el almirante Brion lo apoyó con sus cañoneras. El 20 de julio, ya liberado de los españoles todo el territorio, Piar, Brion, Zea, Mariño, Arismendi y otros convocaron en Angostura un congreso de las provincias y pusieron al frente del Ejecutivo un triunvirato; Brion, que detestaba a Piar y se interesaba profundamente por Bolívar, ya que en el éxito del mismo había puesto en juego su gran fortuna personal, logró que se designase al último como miembro del triunvirato, pese a que no se hallaba presente. Al enterarse de ello Bolívar, abandonó su refugio y se presentó en Angostura, donde, alentado por Brion, disolvió el congreso y el triunvirato y los remplazó por un "Consejo Supremo de la Nación", del que se nombró jefe, mientras que Brion y Francisco Antonio Zea quedaron al frente, el primero de la sección militar y el segundo de la sección política. Sin embargo Piar, el conquistador de Guayana, que otrora había amenazado con someter a Bolívar ante un consejo de guerra por deserción, no escatimaba sarcasmos contra el "Napoleón de las retiradas", y Bolívar aprobó por ello un plan para eliminarlo. Bajo las falsas imputaciones de haber conspirado contra los blancos, atentado contra la vida de Bolívar y aspirado al poder supremo, Piar fue llevado ante un consejo de guerra presidido por Brion y, condenado a muerte, se le fusiló el 16 de octubre de 1817. Su muerte llenó a Mariño de pavor. Plenamente consciente de su propia insignificancia al hallarse privado del concurso de Piar, Mariño, en una carta abyectísima, calumnió públicamente a su amigo victimado, se dolió de su propia rivalidad con el Libertador y apeló a la inagotable magnanimidad de Bolívar.

La conquista de la Guayana por Piar había dado un vuelco total a la situación, en favor de los patriotas, pues esta provincia sola les proporcionaba más recursos que las otras siete provincias venezolanas juntas. De ahí que todo el mundo confiara en que la nueva campaña anunciada por Bolívar en una flamante proclama conduciría a la expulsión définitiva de los españoles. Ese primer boletín, según el cual unas pequeñas partidas españolas que forrajeaban al retirarse de Calabozo eran "ejércitos que huían ante núestras tropas victoriosas", no tenía por objetivo disipar tales esperanzas. Para hacer frente a 4.000 españoles, que Morillo aún no había podido concentrar, disponía Bolívar de más de 9.000 hombres, bien armados y equipados, abundantemente provistos con todo lo necesario para la guerra. No obstante, a fines de mayo de 1818 Bolívar había perdido unas doce batallas y todas las provincias situadas al norte del Orinoco. Como dispersaba sus fuerzas, numéricamente superiores, éstas siempre eran batidas por separado. Bolívar dejó la dirección de la guerra en manos de Páez y sus demás subordinados y se retiró a Angostura. A una defección seguía la otra, y todo parecía encaminarse a un descalabro total. En ese momento extremadamente crítico, una conjunción de sucesos afortunados modificó nuevamente el curso de las cosas. En Angostura Bolívar encontró a Santander, natural de Nueva Granada, quien le solicitó elementos para una invasión a ese territorio, ya que la población local estaba pronta para alzarse en masa contra los españoles. Bolívar satisfizo hasta cierto punto esa petición. En el ínterin, llegó de Inglaterra una fuerte ayuda bajo la forma de hombres, buques y municiones, y oficiales ingleses, franceses, alemanes y polacos afluyeron de todas partes a Angostura. Finalmente, el doctor [Juan] Germán Roscio, consternado por la estrella declinante de la revolución sudamericana, hizo su entrada en escena, logró el valimiento de Bolívar y lo indujo a convocar, para el 15 de febrero de 1819, un congreso nacional, cuya sola mención demostró ser suficientemente poderosa para poner en pie un nuevo ejército de aproxi madamente 14.000 hombres, con lo cual Bolívar pudo pasar nuevamente a la ofensiva.

Los oficiales extranjeros le aconsejaron diera a entender que proyectaba un ataque contra Caracas para liberar a Venezuela del yugo español, induciendo así a Morillo a retirar sus fuerzas de Nueva Granada y concentrarlas para la defensa de aquel país, tras lo cual Bolívar debía volverse súbitamente hacia el oeste, unirse a las guerrillas de Santander y marchar sobre Bogotá. Para ejecutar ese plan, Bolívar salió el 24 de febrero de 1819 de Angostura, después de designar a Zea presidente del congreso y vicepresidente de la república durante su ausencia. Gracias a las maniobras de Páez, los revolucionarios batieron a Morillo y La Torre en Achaguas, y los habrían aniquilado completamente si Bolívar hubiese sumado sus tropas a las de Páez y Mariño. De todos modos, las victorias de Páez dieron por resultado la ocupación de la provincia de Barinas, quedando expedita así la ruta hacia Nueva Granada. Como aquí todo estaba preparado por Santander, las tropas extranjeras, compuestas fundamentalmente por ingleses, decidieron el destino de Nueva Granada merced a las victorias sucesivas alcanzadas el 1 y 23 de julio y el 7 de agosto en la provincia de Tunja. El 12 de agosto Bolívar entró triunfalmente a Bogotá, mientras que los españoles, contra los cuales se habían sublevado todas las provincias de Nueva Granada, se atrincheraban en la ciudad fortificada de Mompós.

Luego de dejar en funciones al congreso granadino y al general Santander como comandante en jefe Bolívar marchó hacia Pamplona, donde paso mas de dos meses en festejos y saraos. El 3 de noviembre llego a Mantecal, Venezuela, punto que había fijado a los jefes patriotas para que se le reunieran con sus tropas Con un tesoro de unos 2.000.000 de dólares, obtenidos de los habitantes de Nueva Granada mediante contribuciones forzosas, y disponiendo de una fuerza de aproximadamente 9.000 hombres, un tercio de los cuales eran ingleses, irlandeses, hanoverianos y otros extranjeros bien disciplinados, Bolívar debía hacer frente a un enemigo privado de toda clase de recursos, cuyos efectivos se reducían a 4.500 hombres, las dos terceras partes de los cuales, además, eran nativos y mal podían, por ende, inspirar confianza a los españoles. Habiéndose retirado Morillo de San Fernando de Apure en dirección a San Carlos, Bolívar lo persiguió hasta Calabozo, de modo que ambos estados mayores, enemigos se encontraban apenas a dos días de marcha el uno del otro. Si Bolívar hubiese avanzado con resolución, sus solas tropas europeas habrían bastado para aniquilar a los españoles. Pero prefirió prolongar la guerra cinco años más.

En octubre de 1819 el congreso de Angostura había forzado a renunciar a Zea, designado por Bolívar, y elegido en su lugar a Arismendi. No bien recibió esta noticia, Bolívar marchó con su legión extranjera sobre Angostura, tomó desprevenido a Arismendi, cuya fuerza se reducia a 600 nativos, lo deportó a la isla Margarita e invistió nuevamente a Zea en su cargo y dignidades. El doctor Roscio, que había fascinado a Bolívar con las perspectivas de un poder central, lo persuadió de que proclamara a Nueva Granada y Venezuela como "República de Colombia", promulgase una constitución para el nuevo estado --redactada por Roscio-- y permitiera la instalación de un congreso común para ambos países. El 20 de enero de 1820 Bolívar se encontraba de regreso en San Fernando de Apure. El súbito retiro de su legión extranjera, más temida por los españoles que un número diez veces mayor de colombianos, brindó a Morillo una nueva oportunidad de concentrar refuerzos. Por otra parte, la noticia de que una poderosa expedición a las órdenes de O'Donnell estaba a punto de partir de la Península, levantó los decaídos ánimos del partido español. A pesar de que disponía de fuerzas holgadamente superiores, Bolívar se las arregló para no conseguir nada durante la campaña de 1820. Entretanto llegó de Europa la noticia de que la revolución en la isla de León había puesto violento fin a la programada expedición de O'Donnell. En Nueva Granada, 15 de las 22 provincias se habían adherido al gobierno de Colombia, y a los españoles sólo les restaban la fortaleza de Cartagena y el istmo de Panamá. En Venezuela, 6 de las 8 provincias se sometieron a las leyes colombianas. Tal era el estado de cosas cuando Bolívar se dejó seducir por Morillo y entró con él en tratativas que tuvieron por resultado, el 25 de noviembre de 1820, la concertación del convenio de Trujillo, por el que se establecía una tregua de seis meses. En el acuerdo de armisticio no figuraba una sola mención siquiera a la Republica de Colombia, pese a que el congreso había prohibido, a texto expreso, la conclusión de ningún acuerdo con el jefe español si éste no reconocía previamente la independencia de la república.

El 17 de diciembre, Morillo, ansioso de desempeñar un papel en España, se embarcó en Puerto Cabello y delegó el mando supremo en Miguel de Latorre; el 10 de marzo de 1821 Bolívar escribió a Latorre participándole que las hostilidades se reiniciarían al término de un plazo de 30 días. Los españoles ocupaban una sólida posición en Carabobo, una aldea situada aproximadamente a mitad de camino entre San Carlos y Valencia; pero en vez de reunir allí todas sus fuerzas, Latorre sólo había concentrado su primera división, 2.500 infantes y unos 1.500 jinetes, mientras que Bolívar disponía aproximadamente de 6.000 infantes, entre ellos la legión británica, integrada por 1.100 hombres, y 3.000 llaneros a caballo bajo el mando de Páez. La posición del enemigo le pareció tan imponente a Bolívar, que propuso a su consejo de guerra la concertación de una nueva tregua, idea que, sin embargo, rechazaron sus subalternos. A la cabeza de una columna constituida fundamentalmente por la legión británica, Páez, siguiendo un atajo, envolvió el ala derecha del enemigo; ante la airosa ejecución de esa maniobra, Latorre fúe el primero de los españoles en huir a rienda suelta, no deteniéndose hasta llegar a Puerto Cabello, donde se encerró con el resto de sus tropas. Un rápido avance del ejército victorioso hubiera producido, inevitablemente, la rendición de Puerto Cabello, pero Bolívar perdió su tiempo haciéndose homenajear en Valencia y Caracas. El 21 de setiembre de 1821 la gran fortaleza de Cartagena capituló ante Santander. Los últimos hechos de armas en Venezuela --el combate naval de Maracaibo en agosto de 1823 y la forzada rendición de Puerto Cabello en julio de 1824-- fueron ambos la obra de Padilla. La revolución en la isla de León, que volvió imposible la partida de la expediúión de O'Donnell, y el concurso de la legión británica, habían volcado, evidentemente, la situación a favor de los colombianos.

El Congreso de Colombia inauguró sus sesiones en enero de 1821 en Cúcuta; el 30 de agosto promulgó la nueva constitución y, habiendo amenazado Bolívar una vez mas con renunciar, prorrogó los plenos poderes del Libertador. Una vez que éste hubo firmado la nueva carta constitucional, el congreso lo autorizó a emprender la campaña de Quito (1822), adonde se habían retirado los españoles tras ser desalojados del istmo de Panamá por un levantamiento general de la población. Esta campaña, que finalizó con la incorporación de Quito, Pasto y Guayaquil a Colombia, se efectuó bajo la dirección nominal de Bolívar y el general Sucre, pero los pocos éxitos alcanzados por el cuerpo de ejército se debieron íntegramente a los oficiales británicos, y en particular al coronel Sands. Durante las campañas contra los españoles en el Bajo y el Alto Peru --1823-1824-- Bolívar ya no consideró necesario representar el papel de comandante en jefe, sino que delegó en el general Sucre la conducción de la cosa militar y restringio sus actividades a las entradas triunfales, los manifiestos y la proclamación de constituciones. Mediante su guardia de corps colombiana manipuló las decisiones del Congreso de Lima, que el 10 de febrero de 1823 le encomendó la dictadura; gracias a un nuevo simulacro de renuncia, Bolívar se aseguró la reelección como presidente de Colombia. Mientras tanto su posición se había fortalecido, en parte con el reconocimiento oficial del nuevo estado por Inglaterra, en parte por la conquista de las provincias altoperuanas por Sucre, quién unificó a las últimas en una república independiente, la de Bolivia. En este país, sometido a las bayonetas de Sucre, Bolívar dio curso libre a sus tendencias al despotismo y proclamó el Código Boliviano, remedo del Code Napoleón. Proyectaba trasplantar ese código de Bolivia al Perú, y de éste a Colombia, y mantener a raya a los dos primeros estados por medio de tropas colombianas, y al último mediante la legión extranjera y soldados peruanos. Valiéndose de la violencia, pero también de la intriga, de hecho logró imponer, aunque tan sólo por unas pocas semanas, su código al Perú. Como presidente y libertador de Colombia, protector y dictador del Perú y padrino de Bolivia, había alcanzado la cúspide de su gloria. Pero en Colombia había surgido un serio antagonismo entre los centralistas, o bolivistas, y los federalistas, denominación esta última bajo la cual los enemigos de la anarquía militar se habían asociado a los rivales militares de Bolívar. Cuando el Congreso dé Colombia, a instancias de Bolívar, formuló una acusación contra Páez, vicepresidente de Venezuela, el último respondió con una revuelta abierta, la que contaba secretamente con el apoyo y aliento del propio Bolívar; éste, en efecto, necesitaba sublevaciones como pretexto para abolir la constitución y reimplantar la dictadura. A su regreso del Perú, Bolívar trajo además de su guardia de corps 1.800 soldados peruanos, presuntamente para combatir a los federalistas alzados. Pero al encontrarse con Páez en Puerto Cabello no sólo lo confirmó como máxima autoridad en Venezuela, no sólo proclamó la amnistía para los rebeldes, sino que tomó partido abiertamente por ellos y vituperó a los defensores de la constitución; el decreto del 23 de noviembre de 1826, promulgado en Bogotá, le concedió poderes dictatoriales.

En el año 1826, cuando su poder comenzaba a declinar, logro reunir un congreso en Panamá, con el objeto aparente de aprobar un nuevo código democrático internacional. Llegaron plenipotenciarios de Colombia, Brasil, La Plata, Bolivia, México, Guatemala, etc. La intención real de Bolívar era unificar a toda América del Sur en una república federal, cuyo dictador quería ser él mismo. Mientras daba así amplio vuelo a sus sueños de ligar medio mundo a su nombre, el poder efectivo se le escurría rápidamente de las manos. Las tropas colombiams destacadas en el Perú, al tener noticia de los preparativos que efectuaba Bolívar para introducir el Código Boliviano, desencadenaron una violenta insurrección. Los pruanos eligieron al general Lamar presidente de su república, ayudaron a los bolivianos a expulsar del país las tropas colombianas y emprendieron incluso una victoriosa guerra contra Colombia, finalizada por un tratado que redujo a este país a sus límites primitivos, estableció la igualdad de ambos países y separó las deudas públicas de uno y otro. La Convención de Ocaña, convocada por Bolívar para reformar la constitución de modo que su poder no encontrara trabas, se inauguró el 2 de marzo de 1828 con la lectura de un mensaje cuidadosamente redactado, en el que se realzaba la necesidad de otorgar nuevos poderes al ejecutivo. Habiéndose evidenciado, sin embargo, que el proyecto de reforma constitucional diferiría esencialmente del previsto en un principio, los amigos de Bolívar abandonaron la convención dejándola sin quórum, con lo cual las actividades de la asamblea tocaron a su fin. Bolívar, desde una casa de campo situada a algunas millas de Ocaña, publicó un nuevo manifiesto en el que pretendía estar irritado con los pasos dados por sus partidarios, pero al mismo tiempo atacaba al congreso, exhortaba a las provincias a que adoptaran medidas extraordinarias y se declaraba dispuesto a tomar sobre sí la carga del poder si ésta recaía en sus hombros. Bajo la presión de sus bayonetas, cabildos abiertos reunidos en Caracas, Cartagena y Bogotá, adonde se había trasladado Bolívar, lo invisteron nuevamente con los poderes dictatoriales. Una intentona de asesinarlo en su propio dormitorio en Bogotá, de la cual se salvó sólo porque saltó de un balcón en plena noche y permaneció agazapado bajo un puente, le permitió ejercer durante algún tiempo una especie de terror militar. Bolívar, sin embargo, se guardó de poner la mano sobre Santander, pese a que éste había participado en la conjura, mientras que hizo matar al general Padilla, cuya culpabilidad no había sido demostrada en absoluto, pero que por ser hombre de color no podía ofrecer resu tencia alguna.

En 1829, la encarnizada lucha de las facciones desgarra ba a la república y Bolívar, en un nuevo llamado a la ciudadanía, la exhortó a expresar sin cortapisas sus deseos en lo tocante a posibles modificaciones de la constitución. Como respuesta a ese manifiesto, una asamblea de notables reunida en Caracas le reprochó públicamente su ambiciones, puso al descubierto las deficiencias de gobierno, proclamó la separación de Venezuela con respecto a Colombia y colocó al frente de la primera al general Páez. El Senado de Colombia respaldó a Bolivar, pero nuevas insurrecciones estallaron en diversos lugares. Tra haber dimitido por quinta vez, en enero de 1830 Bolívar aceptó de nuevo la presidencia y abandonó a Bogotá para guerrear contra Páez en nombre del congreso colombiano. A fines de marzo de 1830 avanzó a la cabeza de 8.000 hombres, tomó Caracuta, que se había sublevado, y se dirigió hacia la provincia de Maracaibo, donde Páez lo esperaba con 12.000 hombres en una fuerte posición. No bien Bolívar se enteró de que Páez proyectaba combatir seriamente, flaqueó su valor. Por un instante, incluso, pensó someterse a Páez y pronunciarse contra el congreso. Pero decreció el ascendiente de sus partidarios en ese cuerpo y Bolívar se vio obligado a presentar su dimision ya que se le dio a entender que esta vez tendría que atenerse a su palabra y que, a condición de que se retirara al extranjero, se le concedería una pensión anual. El 27 de abril de 1830, por consiguiente, presentó su renuncia ante el congreso. Con la esperanza, sin embargo, de recuperar el poder gracias a la influencia de sus adeptos, y debido a que se había iniciado un movimiento de reacción contra Joaquín. Mosquera, el nuevo presidente de Colombia, Bolívar fue postergando su partida de Bogotá y se las ingenió para prolongar su estada en San Pedro hasta fines de 1830, momento en que falleció repentinamente.

Ducoudray-Holstein nos ha dejado de Bolívar el siguiente retrato: "Simón Bolívar mide cinco pies y cuatro pulgadas de estatura, su rostro es enjunto, de mejilla hundidas, y su tez pardusca y lívida; los ojos, ni grandes ni pequeños, se hunden profundamente en las órbitas; su cabello es ralo. El bigote le da un aspecto sombrío y feroz, particularmente cuando se irrita. Todo su cuerpo es flaco y descarnado. Su aspecto es el de un hombre de 65 años Al caminar agita incesantemente los brazos. No puede andar mucho a pie y se fatiga pronto. Le agrada tenderse o sentarse en la hamaca. Tiene frecuentes y súbitos arrebatos de ira, y entonces se pone como loco, se arroja en la hamaca y se desata en improperios y maldiciones contra cuantos le rodean. Le gusta proferir sarcasmos contra los ausentes, no lee más que literatura francesa de carácter liviano, es un jinete consumado y baila valses con pasión. Le agrada oírse hablar, y pronunciar brindis le deleita. En la adversidad, y cuando está privado de ayuda exterior, resulta completamente exento de pasioness y arranques temperamentales. Entonces se vuelve apacible, paciente, afable y hasta humilde. Oculta magistralmente sus defectos bajo la urbanidad de un hombre educado en el llamado beau monde, posee un talento casi asiatico para el disimulo y conoce mucho mejor a los hombres que la mayor parte de sus compatriotas."

Por un decreto del Congreso de Nueva Granada los restos mortales de Bolívar fueron trasladados en 1842 a Caracas, donde se erigió un monumento a su memoria.

Léase también: Histoire de Bolivar par Gén. Ducoudray-Holstein, continuée jusqu'á sa mort par Alphonse Viollet (Paris, 1831); Memoirs of Gen. John Miller (in the service of the Republic of Peru; Col. Hippisley's Account of his Journey to the Orinoco (London, 1819).

Artículo publicado en el tomo III de The New American Cyclopedia. Escrito en enero de 1858 con el título de "Bolívar y Ponte". Apareció en la edición alemana de MEW, t. XIV, pp. 217-231. Digitalizado para MIA-Sección en Español por Juan R. Fajardo, y transcrito a HTML por Juan R. Fajardo, febrero de 1999.


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