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lunes, 5 de abril de 2010

La FAMA de los venezolanos

¿De qué tenemos fama los venezolanos?

No sólo somos una mezcla de etnias. Los habitantes de estas tierras conformamos también una paradójica combinación de caracteres. En este trabajo seis especialistas esbozan un retrato de ese “colorido” individuo criollo a partir de los calificativos con los que se suele identificarlo. Maritza Montero, doctora en psicología social; Laureano Márquez, humorista y politólogo; Oscar Yanes, periodista y cronista; Rubén Hernández, médico psiquiatra y sexólogo; Carlos Silva, psicólogo social, y Roberto Echeto, periodista, docente y productor radial, esbozan ese retrato de la personalidad criolla tan doloroso como reconfortante.




  • Desde el punto de vista positivo...

Hospitalarios y generosos. Estas cualidades nos han caracterizado desde antaño. Relata Montero que “a principios del siglo XIX, personajes como Alexander von Humboldt decían que los venezolanos, a pesar de tener un origen humilde, atendían divinamente en sus casas. En el siglo XX se comenzó a decir que somos, también, generosos; vino la costumbre de la ‘ñapa'”. Silva agrega que “es usual en los habitantes del interior del país atender a sus huéspedes de una manera minuciosa y muy amable. Los citadinos son menos hospitalarios, pero siempre están dispuestos a decirte dónde quedan los lugares. No hay nada que nos guste más que dar una dirección”. Yanes utiliza un dicho para resumir estas ideas: “Somos los inventores de eso que reza que ‘tu mejor amigo es tu vecino’. Son famas que nos deben llenar de orgullo, lo que pasa es que no nos gusta reconocerlas porque creemos que se nos va a tildar de tontos”.

Humoristas. De todo sacamos un chiste. Resalta Montero que “a finales del siglo XIX ya había una muestra representativa de este talento gracias a poetas como Francisco Antonio Delpino y Lamas y su ‘delpiniada’; ese humor popular que formaba parte de la protesta política es algo que ha existido en este país durante todos los gobiernos, incluyendo el actual”. Yanes agrega que “somos unos mamadores de gallo consumados. Es una virtud que ha crecido en los gobiernos más férreos y dictatoriales que ha tenido Venezuela. Quizás la heredamos de los andaluces”. Pese a las observaciones anteriores, Echeto tiene una opinión contraria al respecto: “Somos gozones que es muy distinto a ser humoristas. Nos reímos de todo, pero todavía no de nosotros mismos”. Laureano Márquez concluye, como “autoridad” en la materia, que “esta cualidad no ha podido ser eliminada a pesar del interés que existe en fomentar el odio”. De cualquier forma, el tema político no es la única materia para esta virtud de comediantes, reinan también los juegos del lenguaje para el doble sentido, con connotaciones sexuales, y los eternos lugares comunes: “Yo te conozco de atrás” es uno de los clásicos.

Creativos. “Cuando no tenemos los recursos necesarios para resolver un problema lo hacemos con lo que tenemos a mano. En el fondo, el conocido personaje McGiver no es gringo sino venezolano”, bromea Silva. Montero señala que tenemos una extraordinaria capacidad para producir respuestas originales a los problemas. A lo que Echeto agrega que “basta ver esos ranchos de tres y cuatro pisos; hay que ser creativos para construir esas obras maestras de la ingeniería improvisada a las que sólo tumba un aguacero de cuatro o cinco días seguidos, como los que caen en nuestro bello país y que tumban también puentes construidos por ingenieros graduados en la universidad”. Un capítulo aparte merece nuestra creatividad lingüística; sólo en el área de salud se encuentran términos como: “quebranto”, “yeyo” y “soponcio”.

Buenos bailarines. “Nos encanta una parranda y un picoteo y además bailamos de manera fantástica”, resalta Hernández. Ciertamente se ha transformado en una eterna costumbre eso de “saberse el pasito de moda”, que variará en las fiestas de acuerdo al ritmo que impere en las emisoras radiales. Aunque, obviamente, la salsa, el merengue y los tambores se nos dan de una manera natural. Un enlace matrimonial puede convertirse en todo un “duelo” de baile.


  • Desde el punto de vista negativo...

¿Maleducados? “Supeditamos la cortesía a nuestros estados de ánimo: si estamos de buenas, somos amables; si estamos de malas, tratamos a la gente a las patadas. Raras veces decimos ‘por favor’ y ‘gracias’”, explica Silva. Esta mala fama, lamentablemente, se confirma en el sector servicios. Montero lo explica de manera más detallada: “Se dice que el venezolano descuida lo que se define como ‘atención al público’. Si el servicio no fue ‘de primera’ se intenta compensar con formas del lenguaje que no serían concebibles en otros países del mundo:’¿Qué te puedo servir, mi amor?, ‘A la orden, chamo’, ‘No te pongas bravo, panita’, ‘En ese color no hay, mi reina’. Por otro lado, en algunos casos, el cliente no exige un buen servicio por temor a ser considerado descortés o impositivo. En definitiva hay una zona borrosa entre lo que son los derechos y los deberes de los ciudadanos”, puntualiza la investigadora.

Despilfarradores. A partir de la época de bonanza petrolera de la década de los setenta, la generosidad de los venezolanos comienza a ser vista como una “vocación” para el despilfarro. “Hay ciertas celebraciones que son particularmente dispendiosas: los bautizos, las primeras comuniones y las bodas. En este tipo de eventos se gasta lo máximo y se buscan alternativas de calidad; no en vano somos uno de los países con mayor consumo de whisky premium”, apunta Montero. “¿Acaso la nuestra sea la única nación en donde se hagan largas colas para comprar un teléfono celular?”, pregunta Silva, a lo que Hernández agrega que “el ‘tá barato, dame dos’ persiste en el inconsciente colectivo”. Márquez agrega que el ahorro no es una virtud. “Bueno, tampoco hay mucho de dónde ahorrar. Creemos en un país rentista: se puede gastar todo ya que siempre un golpe de suerte nos traerá más dinero”.

Pantalleros. “Nos gusta alardear de que tenemos lo mejor. En los barrios las familias humildes siempre viven pregonando un pasado tremendo; tú ves a la más viejita en un ranchito rememorando: ‘¡Qué tiempos aquellos cuando yo vivía en una casa de tres pisos en La Pastora!’. Nos viene del español, a quien siempre le gusta hacer resaltar que tiene un origen grande”, destaca Yanes, quien agrega que, del mismo modo, se pone en práctica eso de mostrar algún artefacto electrodoméstico recién adquirido al vecino, mintiendo sobre su verdadero costo (se le sube el precio para alardear más). Caso aparte el de los muchachos o muchachas que presumen de los atributos físicos de sus novios (as) y “las exhiben como trofeos ganados en una competencia”, según lo señalado por Silva.

Vivos. La conocida “viveza criolla”, según explica Yanes, tiene su origen en lo caribe. “Los indios caribes eran profundamente vivos, perseguían la corrupción de las otras tribus y les cortaban las manos a los delincuentes, pero cuando ellos cometían peculados no se cortaban ni una uña”. Silva agrega que “creemos que todo aquello que se debe hacer en cinco pasos, siempre es posible resumirlo en uno”. Montero complementa las referencias históricas. “En 1962, Felipe Massiani publicó una obra titulada La Viveza, en la cual emparentaba esa característica criolla con la picaresca española del Siglo de Oro. Esa capacidad de sacar provecho propio a partir de fuentes muy disímiles, de pensar rápido y actuar, ha dado lugar a expresiones y términos muy vigentes en el lenguaje popular como: estar ‘pilas’ o ser ‘un avión’”. Márquez puntualiza con humor que “a veces, cuando somos vivos, la gente piensa que somos maleducados. Y no es así, es, simplemente, viveza”.

Desorganizados. Rubén Hernández señala que “la precisa planificación de actividades brilla por su ausencia. Tendemos a inventar las soluciones a última hora. El tráfico de nuestras ciudades es un claro ejemplo de la desorganización: cada uno tiene su vía de escape y su forma de llegar más rápido”.


  • Desde un punto de vista intermedio...

Trabajadores y perezosos. Históricamente tenemos fama de flojos. Era una característica que se les atribuyó, injustamente, a las poblaciones indígenas. “Hay crónicas de los misioneros de la zona de Píritu que decían que algunas de las tribus eran consideradas ‘imposibles de civilizar’ y ‘no dadas al trabajo’. Pero recordemos que el contexto estuvo marcado por una conquista violenta que, además, implicó un gran choque cultural, a lo cual se suma el hecho de que las formas de trabajo que se les imponían a estas poblaciones eran totalmente desconocidas para las mismas”, asegura Montero, quien menciona que en estudios recientes la consideración de “perezoso” ha sido desplazada por la de “trabajador”; entre otras causas debido a que la calidad de vida del venezolano y su poder adquisitivo se han deteriorado, lo cual ha impulsado el mercado laboral en todas sus formas. Yanes, por su parte, destaca que “la justificación que se le buscaba a la presunta flojera venezolana, hace 80 años, era el paludismo, a lo cual le siguió algo menos ‘justificado’ como lo es el ‘jalamecatismo’; es decir, que el venezolano prefiere jalar mecate que trabajar. Más que una fama, en estos últimos años ha pasado a ser una triste realidad”. Silva concluye con una reflexión a partir de esta dualidad: “Aunque madrugamos para ir a trabajar, una vez en la oficina, procuramos hacer todo con el menor esfuerzo posible. Y si se da la ocasión de no hacer nada, pues no hacemos nada”. Echeto es un poco más contundente en sus aseveraciones: “Se elabora un sofisma según el cual porque se madruga se es trabajador y eso no es verdad. Levantarse a las tres de la mañana para llegar a la oficina a las ocho denota que no luchamos porque la autoridad competente construya carreteras y organice un buen sistema de transporte público”. Márquez menciona que no se nos puede tildar de flojos, ya que lo que tenemos es un “cansancio histórico”. “Tampoco sé si somos ‘trabajadores’, pero lo de ‘pasadores de trabajo’ no no los quita nadie”...

Vanidosos. “La vida nos ha salvado de ser rubios con los ojos azules, porque de haber sido así, probablemente nos hubiéramos convertido en nazis, pensando que somos la primera raza del mundo”, menciona un preocupado Yanes. Montero se basa en relatos de sus colegas para desarrollar este punto: “En una oportunidad, un profesor que tuve en la Universidad de París me comentó que lo que más le sorprendía de los venezolanos era cuán cuidadosos eran en su arreglo personal. Se puede constatar en los trabajos comunitarios en los barrios: a veces un individuo se acerca a excusarse por no participar en alguna tarea colectiva porque ‘ya se bañó y no hay más agua’; es decir, que se podría ensuciar y no volverse a lavar. Es algo que está presente en nuestro proceso de socialización: no nos gusta andar desaliñados. Las peluquerías no carecerán de clientela mientras la venezolanidad exista”.

Religiosos. Yanes apunta que “somos unos pillos en materia de religión: pedimos a los santos cuando la cosa se pone fea”. Márquez asegura que “hasta los atracadores se persignan antes de salir a robar”.


Reportaje original de Pedro Blanco.

pblanco@eluniversal.com


¿Y QUE DICEN EN EL EXTERIOR?

Las opiniones de los entrevistados son muy variadas al respecto. Yanes opina que seguimos siendo vistos como seres “chabacanos” que presumen de tener mucho dinero y de ser lo más importante de América Latina: “¿Cómo es posible que se nos identifique por menear el dedo meñique dentro del vaso de whisky?”. Echeto confirma la idea de que somos famosos por los tres productos que más exportamos: el petróleo, las bellas mujeres y la cerveza. Montero acota que, en algunos casos, el comportamiento del venezolano fuera de nuestras fronteras retrata a una persona “respetuosa de las leyes”, especialmente de las de tránsito, “lo cual contrasta con los cotidianos ‘pica-cauchos’ que tenemos en el país”. Hernández acota que también gozamos de fama de “dicharacheros y chéveres” y de ser un país inmensamente rico, pero muy mal administrado, lleno de grandes contrastes sociales. En otro ámbito acota que la población masculina ha adquirido fama de ser “preocupada por mejorar la calidad de su vida sexual”. “No en vano ocupamos el segundo lugar, a escala mundial, en la venta de productos para mejorar la erección”...

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