¡Y con los últimos comentarios sin censuras!!!

miércoles, 28 de abril de 2010

Incendio en basurero La Bonanza de Caracas persiste,es el ppal. origen de la CALINA ó CALIMA, nadie está interviniendo, lluvias apenas diluyen el smog

GUERRILLA COMUNICACIONAL CHAVISTA: Grupo de internautas tarifados con multinicks en diversos websites simulando presencia con RUIDO, SABOTEO, CONFUSIÓN

Estrategia Mediática (Inteligencia Militar por Internet)

Extracto de la columna del día 18 de Enero de 2008 de ALFREDO MOLANO en El ESPECTADOR.

El contenido de estas lineas son de particular importancia por su delicado carácter estratégico como política de inteligencia militar que se viene implementando desde entonces a nivel nacional y como mecanismo de control aplicable a los espacios de opinión existentes en la red (Internet). Teniendo en cuenta que a esta estratagema se suma el recurso a las bondadosas bases de datos de las redes sociales cual Facebook, Youtube, Twitter, Myspace entre otras.

Sin más aca les paso este documeto, que es citado de cabo a rabo por Alfredo Molano y cuya autoría presumo es atribuible al General Bedoya, dado el uso de la singular expresión muy suya “consecuencialmente”.

Ahí les va.

Desde http://lediode.wordpress.com/

Estrategia mediática

Enero 19, 2008

“Los hemos reunido aquí -dijo el hombre de gafas con voz marcial— porque creemos que ustedes pueden prestar un gran servicio a la patria que, como es manifiesto, está en peligro. Ustedes comprenden la amenaza que pesa sobre nuestro destino porque son estudiantes de filosofía, ciencias sociales o politología. Saben, además, que necesitan graduarse y escribir o defender una tesis que aunque no sea muy compleja, cuesta dinero. ¿No se opondrán a que un gobierno representativo, que tiene una doctrina en formación les dé una mano?

¿No tienen necesidad ustedes de financiar su trabajo de grado, y de paso cumplir un papel que la Nación les agradecerá cuando supere las afugias por las que atraviesa? Espero ser claro. Al final de la presente convocatoria se abrirá la inscripción en un curso donde se manejará la esencia de la metodología para defendernos de ese lobo feroz de ojos rojos que se parapeta en las pieles de oveja de los voceros del terrorismo. Hoy, como es a todas luces evidente, los mass media se han convertido en la herramienta más acerada para defendernos del enemigo, para quitarles la máscara a los infiltrados en nuestras filas, y en la palanca principal para apoderarnos de una opinión pública débil y cobarde como la que existe en nuestro medio.

En primer lugar, hemos diseñado un programa especial para usar la publicidad comercial a nuestro favor, ya se trate de la promoción de una marca de café, de una marca de automóviles o de una marca de ropa. Es posible mediatizar mensajes ocultos que se graben en la mente blanda del público, pero que actúen en favor de nuestros intereses, los intereses eternos e inmodificables de la patria. Mientras más blando sea el cerebro de quien vea, lea y oiga los mensajes, mejores y más duraderos serán los resultados. En segundo lugar, debemos convertirnos en una gran central de producción de comunicados de internet. Sabrán que el enemigo se comunica por este medio para divulgar sus consignas diabólicas y convocar a operativos incendiarios.

Nosotros podemos hacer lo mismo. Por tanto, se estudiarán en estos cursos las matrices para contrarrestar el accionar de grupos apátridas. El objetivo es confundirlos y neutralizarlos. En tercer lugar, debemos participar más que activamente —belicosamente, diría— en dos zonas mediáticas donde se forma la mentalidad de las masas: los programas de opinión en la radio y las columnas de opinión en la prensa. De la televisión se ocupa la Comisión Nacional de Televisión. Quisiera anticipar a ustedes la metodología que se profundizará en el curso y que permitirá la creación de grupos especiales de injerencia en la opinión pública (GEIOP). El objetivo secundario de los GEIOP será contrarrestar la mentira de las opiniones de periodistas y escritores en espacios para comentarios.

La lógica general de nuestro discurso será exaltar la patria como un regazo maternal atacado por las fuerzas del mal: el terrorismo y el narcotráfico, encarnadas en el proyecto subversivo de las guerrillas y en el proyecto expansionista de Chávez. El mal y el bien en la palestra. Se recomiendan adjetivos de gran poder expresivo para caracterizar a los autores cuyas opiniones ataquen o no convengan al espíritu nacional: Viejos, estúpidos, desenfocados, arbitrarios, incoherentes, falaces, sesgados, parcializados, distractores, fanáticos, vendidos, mandaderos, cómplices, sinvergüenzas, locos, cobardes, mamertos, necrófagos, besaculos.

El uso de figuras como lobo de fauces ensangrentadas, cerdo de hocicos hediondos, serpiente de colmillos envenenados es de gran eficacia porque apelan a fantasmas infantiles. De la misma manera, habrá que resaltar las contradicciones sociales. Debemos ponernos del lado de la gente bien empeñada en una lucha contra la gente basta y, consecuencialmente, ridiculizar figuras como el turbante rojo y la sudadera amarilla. Es válido también agrupar a los autores del bien contra los autores del mal. No hay grises en esta dicotomía. A la salida encontrarán un formulario para ser llenado, un contrato para ser firmado y los requisitos legales para efectuar los pagos respectivos. Se incluye el horario y el lugar de los cursos. Mil gracias”.

Esta entrada fue publicada el 9 Septiembre 2009 a las 10:37 PM y archivada bajo Reflexiones y lectura intertextual.

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lunes, 26 de abril de 2010

El enigma de los dos Chávez, ¡Texto escrito por Gabriel García Márquez!!!


Este texto lo llegué a conocer hoy, mientras ojeaba los titulares del diario “El Espectador” en su página web, movido por una curiosidad impulsada quizá por la fuerza de la costumbre. Extrañamente, en el lapso de dos días, el panorama ofrecido por el diario digital que, para el lunes tenía 4 de sus ocho noticias etiquetadas como las más leídas, sugeridas al lector, las cuales estaban directamente dirigidas y centradas en el nombre del Presidente Hugo Chávez, hablando de la “contundecia” de las marchas antichavistas, de la impopularidad del mandatario, de sus “arbitrariedades cometidas contra los adalides de la libertad de expresión”de la prensa venezolana y algún artículo resaltando el tono burlón con el que se pretendió abordar la aparición y recibimiento en público a su llegada a Venecia al 66 festival Muestra de artes Cinematográficas (para la muestra del documental “South of the Border” [al sur de la frontera], dirigido y realizado por el respetado director, cineasta y conocido activista político de Estados Unidos Oliver Stone), el cuál implicó una masiva atención de periodistas internacionales (3000 certificados para cubrir el festival) y una masiva acogida por el público presente, que rodeó al líder Venezolano de forma tal, que es entendible el porqué tales imágenes no fueron publicadas por la prensa.
Pues bien,mirando ese panorama en que resumen los asuntos que interesan a la opinión pública hoy miércoles me encontré en el mismo diario y me sorprendió no ver una sola noticia respecto de Chavez -cosa a la que nos han acostumbrado y que por instinto creo, nos hace buscar su nombre entre los titulares-, solo encontré una noticia, a propósito pésimamente redactada, donde decía algo así como “el Kremlin asegura que esta vez, no venderá armas a Chávez”, noticia en la cuál, sin llevar dos párrafos de lectura saltan frases como “el Kremlin no descarta el financiamiento y cooperación militar con Venezuela”. No pasé de ese párrafo, soy algo masoquista pero admito cierta vanidad en cuanto a la exigencia que me impongo en lo que al buen gusto se trata a la hora de escoger la basura que me obligo a digerir.
(adendo: no entiendo pues el sentido de esa consigna de "no mas Chávez", los medios deberían ser coherentes y cuidadosos con el uso del lenguaje, pues cada vez veo más y más Chávez en sus titulares, artículos, noticias, suposiciones y demás.. al fin qué, agua o aceite?)
Acto seguido me conecté a la página oficial de la cadena oficial nacional de Venezolana de Televisión , donde puse la señal en vivo y oh sorpresa, me encuentro al “impopular presidente”.
Se encontraba en la universidad Patricio Lumumba, ahora llamada “de la Hermandad de los Pueblos”, en el centro de Moscú. Lo que se veía en directo, era algo ditinto a lo que por aca se nos muestra con poco decoro y una enorme carencia de estilo (ediciones pésimas de los videoclips que elaboran -mal- para usar en sus manifiestos noticiosos) además de buen gusto: Un auditorio lleno hasta los tuétanos de estudiantes, y algunos docentes, funcionarios y altos oficiales del ejercito ruso. Al final del evento transmitido en su totalidad, supe, según el rector de tal institución manifestó, contaban con la presencia de solo 5 estudiantes Venezolanos y unos 300 más de latinoamérica provenientes de 18 países en la Universidad, de los cuáles a lo sumo habría unos 60 entre el auditorio (vestidos de rojo sentados al costado derecho del resinto), colmado de asistentes. Bueno, el cuento va a lo siguiente, Chávez en uso de su conocida habilidad carismática para con las audiencias, estaba saludando al público asistente (en su extendido y jovial uso de la palabra, un saludo significa como mínimo 20 minutos), notándose la animosidad que causaba la presencia y la alocución del mandatario, pues mantuvo a la audiencia soltando carcajadas y aplausos por su particularmente jocosa inerlocución que estaba sosteniendo con los anfitriones.
Una vez terminado el proemio, y he allí lo que capturó mi atención, Chávez optó por solicitarle al rector de la universidad que dispusiera micrófonos entre la audiencia para que los alumnos le formularan preguntas y así conducir la alocución a ofrecer. Pues bien, la primera persona en pedir la palabra fue una joven, de nombre Julia, Rusa, Moscovita, la cuál al presentarse puso de manifiesto ser estudiante de filología y Español. Fue interesante ver ese detalle, pero fue solo eso hasta que planteó la pregunta que le formuló al presidente, momento en que de interesante pasó a ser sorprendente. La chica le preguntó por un planteamiento que había leído en un texto de Gabriel García Márquez, cuando se conoció con Chávez en 1999 con Fidel Castro como anfitrió en La Habana. Eso fue lo que dijo la señorita rusa, además de enunciar el título del escrito, lo cuál me asombró y me hizo desconectarme de la transmisión televisada del acto celebrado en Rusia, con mucho entusiasmo por parte de los anfitriones ante la presencia de un personaje que les merecía aprecio, respeto y afectos.
Más allá de lo que un televisor, noticiero o pasquín informativo pudieran generar. ¡En Rusia Conocían de un Texto escrito por el Gabo sobre Chávez, del que nosotros, colombianos no teníamos idea -por lo menos yo- de su existencia; así como muchos en Colombia ignoran la entrañable amistad que ha existido desde décadas atras entre Gabo y Fidel (no me sorprende, ya que no existe lo que el televisor no nos comente). Pero bueno, hasta aca mi cháchara y a continuación comparto con ustedes el texto de Gabriel García Márquez escrito a partir de haber conocido a Chávez en la Habana en 1999 y haber dialogado estrechamente con él en el avión presidencial en el vuelo a Caracas. Espero lo lean y no se apresuren a odiar a Gabo, o a caer en la tentación de la respuesta facilista a la pregunta políticamente correcta -decoro propio del digno Gabo- planteada al final del Texto.”

”El enigma de los dos Chávez”
Caracas, febrero 1999, Gabriel García Márquez, Revista Cambio.
Carlos Andrés Pérez descendió al atardecer del avión que lo llevó de Davos, Suiza, y se sorprendió de ver en la plataforma al general Fernando Ochoa Antich, su ministro de Defensa. “¿Qué pasa?”, le preguntó intrigado. El ministro lo tranquilizó, con razones tan confiables, que el Presidente no fue al Palacio de Miraflores sino a la residencia presidencial de La Casona. Empezaba a dormirse cuando el mismo ministro de Defensa lo despertó por teléfono para informarle de un levantamiento militar en Maracay. Había entrado apenas en Miraflores cuando estallaron las primeras cargas de artillería.
Era el 4 de febrero de 1992. El coronel Hugo Chávez Frías, con su culto sacramental de las fechas históricas, comandaba el asalto desde su puesto de mando improvisado en el Museo Histórico de La Planicie. El Presidente comprendió entonces que su único recurso estaba en el apoyo popular, y se fue a los estudios de Venevisión para hablarle al país. Doce horas después el golpe militar estaba fracasado. Chávez se rindió, con la condición de que también a él le permitieran dirigirse al pueblo por la televisión. El joven coronel criollo, con la boina de paracaidista y su admirable facilidad de palabra, asumió la responsabilidad del movimiento. Pero su alocución fue un triunfo político. Cumplió dos años de cárcel hasta que fue amnistiado por el presidente Rafael Caldera. Sin embargo, muchos partidarios como no pocos enemigos han creído que el discurso de la derrota fue el primero de la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de la República menos de nueve años después.
El presidente Hugo Chávez Frías me contaba esta historia en el avión de la Fuerza Aérea Venezolana que nos llevaba de La Habana a Caracas, hace dos semanas, a menos de quince días de su posesión como presidente constitucional de Venezuela por elección popular. Nos habíamos conocido tres días antes en La Habana, durante su reunión con los presidentes Castro y Pastrana, y lo primero que me impresionó fue el poder de su cuerpo de cemento armado. Tenía la cordialidad inmediata, y la gracia criolla de un venezolano puro. Ambos tratamos de vernos otra vez, pero no nos fue posible por culpa de ambos, así que nos fuimos juntos a Caracas para conversar de su vida y milagros en el avión.
Fue una buena experiencia de reportero en reposo. A medida que me contaba su vida iba yo descubriendo una personalidad que no correspondía para nada con la imagen de déspota que teníamos formada a través de los medios. Era otro Chávez. ¿Cuál de los dos era el real?
El argumento duro en su contra durante la campaña había sido su pasado reciente de conspirador y golpista. Pero la historia de Venezuela ha digerido a más de cuatro. Empezando por Rómulo Betancourt, recordado con razón o sin ella como el padre de la democracia venezolana, que derribó a Isaías Medina Angarita, un antiguo militar demócrata que trataba de purgar a su país de los treintiséis años de Juan Vicente Gómez. A su sucesor, el novelista Rómulo Gallegos, lo derribó el general Marcos Pérez Jiménez, que se quedaría casi once años con todo el poder. Éste, a su vez, fue derribado por toda una generación de jóvenes demócratas que inauguró el período más largo de presidentes elegidos.
El golpe de febrero parece ser lo único que le ha salido mal al coronel Hugo Chávez Frías. Sin embargo, él lo ha visto por el lado positivo como un revés providencial. Es su manera de entender la buena suerte, o la inteligencia, o la intuición, o la astucia, o cualquiera cosa que sea el soplo mágico que ha regido sus actos desde que vino al mundo en Sabaneta, estado Barinas, el 28 de julio de 1954, bajo el signo del poder: Leo. Chávez, católico convencido, atribuye sus hados benéficos al escapulario de más de cien años que lleva desde niño, heredado de un bisabuelo materno, el coronel Pedro Pérez Delgado, que es uno de sus héroes tutelares.
Sus padres sobrevivían a duras penas con sueldos de maestros primarios, y él tuvo que ayudarlos desde los nueve años vendiendo dulces y frutas en una carretilla. A veces iba en burro a visitar a su abuela materna en Los Rastrojos, un pueblo vecino que les parecía una ciudad porque tenía una plantita eléctrica con dos horas de luz a prima noche, y una partera que lo recibió a él y a sus cuatro hermanos. Su madre quería que fuera cura, pero sólo llegó a monaguillo y tocaba las campanas con tanta gracia que todo el mundo lo reconocía por su repique. “Ese que toca es Hugo”, decían. Entre los libros de su madre encontró una enciclopedia providencial, cuyo primer capítulo lo sedujo de inmediato: Cómo triunfar en la vida.
Era en realidad un recetario de opciones, y él las intentó casi todas. Como pintor asombrado ante las láminas de Miguel Ángel y David, se ganó el primer premio a los doce años en una exposición regional. Como músico se hizo indispensable en cumpleaños y serenatas con su maestría del cuatro y su buena voz. Como beisbolista llegó a ser un catcher de primera. La opción militar no estaba en la lista, ni a él se le habría ocurrido por su cuenta, hasta que le contaron que el mejor modo de llegar a las grandes ligas era ingresar en la academia militar de Barinas. Debió ser otro milagro del escapulario, porque aquel día empezaba el plan Andrés Bello, que permitía a los bachilleres de las escuelas militares ascender hasta el más alto nivel académico.
Estudiaba ciencias políticas, historia y marxismo al leninismo. Se apasionó por el estudio de la vida y la obra de Bolívar, su Leo mayor, cuyas proclamas aprendió de memoria. Pero su primer conflicto consciente con la política real fue la muerte de Allende en septiembre de 1973. Chávez no entendía. ¿Y por qué si los chilenos eligieron a Allende, ahora los militares chilenos van a darle un golpe? Poco después, el capitán de su compañía le asignó la tarea de vigilar a un hijo de José Vicente Rangel, a quien se creía comunista. “Fíjate las vueltas que da la vida”, me dice Chávez con una explosión de risa. “Ahora su papá es mi canciller”. Más irónico aún es que cuando se graduó recibió el sable de manos del presidente que veinte años después trataría de tumbar: Carlos Andrés Pérez.
“Además”, le dije, “usted estuvo a punto de matarlo”. “De ninguna manera”, protestó Chávez. “La idea era instalar una asamblea constituyente y volver a los cuarteles”. Desde el primer momento me había dado cuenta de que era un narrador natural. Un producto íntegro de la cultura popular venezolana, que es creativa y alborazada. Tiene un gran sentido del manejo del tiempo y una memoria con algo de sobrenatural, que le permite recitar de memoria poemas de Neruda o Whitman, y páginas enteras de Rómulo Gallegos.
Desde muy joven, por casualidad, descubrió que su bisabuelo no era un asesino de siete leguas, como decía su madre, sino un guerrero legendario de los tiempos de Juan Vicente Gómez. Fue tal el entusiasmo de Chávez, que decidió escribir un libro para purificar su memoria. Escudriñó archivos históricos y bibliotecas militares, y recorrió la región de pueblo en pueblo con un morral de historiador para reconstruir los itinerarios del bisabuelo por los testimonios de sus sobrevivientes. Desde entonces lo incorporó al altar de sus héroes y empezó a llevar el escapulario protector que había sido suyo.
Uno de aquellos días atravesó la frontera sin darse cuenta por el puente de Arauca, y el capitán colombiano que le registró el morral encontró motivos materiales para acusarlo de espía: llevaba una cámara fotográfica, una grabadora, papeles secretos, fotos de la región, un mapa militar con gráficos y dos pistolas de reglamento. Los documentos de identidad, como corresponde a un espía, podían ser falsos. La discusión se prolongó por varias horas en una oficina donde el único cuadro era un retrato de Bolívar a caballo. “Yo estaba ya casi rendido, -me dijo Chávez-, pues mientras más le explicaba menos me entendía”. Hasta que se le ocurrió la frase salvadora: “Mire mi capitán lo que es la vida: hace apenas un siglo éramos un mismo ejército, y ése que nos está mirando desde el cuadro era el jefe de nosotros dos. ¿Cómo puedo ser un espía?”. El capitán, conmovido, empezó a hablar maravillas de la Gran Colombia, y los dos terminaron esa noche bebiendo cerveza de ambos países en una cantina de Arauca. A la mañana siguiente, con un dolor de cabeza compartido, el capitán le devolvió a Chávez sus enseres de historiador y lo despidió con un abrazo en la mitad del puente internacional.
“De esa época me vino la idea concreta de que algo andaba mal en Venezuela”, dice Chávez. Lo habían designado en Oriente como comandante de un pelotón de trece soldados y un equipo de comunicaciones para liquidar los últimos reductos guerrilleros. Una noche de grandes lluvias le pidió refugio en el campamento un coronel de inteligencia con una patrulla de soldados y unos supuestos guerrilleros acabados de capturar, verdosos y en los puros huesos. Como a las diez de la noche, cuando Chávez empezaba a dormirse, oyó en el cuarto contiguo unos gritos desgarradores. “Era que los soldados estaban golpeando a los presos con bates de béisbol envueltos en trapos para que no les quedaran marcas”, contó Chávez. Indignado, le exigió al coronel que le entregara los presos o se fuera de allí, pues no podía aceptar que torturara a nadie en su comando. “Al día siguiente me amenazaron con un juicio militar por desobediencia, -contó Chávez- pero sólo me mantuvieron por un tiempo en observación”.
Pocos días después tuvo otra experiencia que rebasó las anteriores. Estaba comprando carne para su tropa cuando un helicóptero militar aterrizó en el patio del cuartel con un cargamento de soldados mal heridos en una emboscada guerrillera. Chávez cargó en brazos a un soldado que tenía varios balazos en el cuerpo. “No me deje morir, mi teniente”… le dijo aterrorizado. Apenas alcanzó a meterlo dentro de un carro. Otros siete murieron. Esa noche, desvelado en la hamaca, Chávez se preguntaba: “¿Para qué estoy yo aquí? Por un lado campesinos vestidos de militares torturaban a campesinos guerrilleros, y por el otro lado campesinos guerrilleros mataban a campesinos vestidos de verde. A estas alturas, cuando la guerra había terminado, ya no tenía sentido disparar un tiro contra nadie”. Y concluyó en el avión que nos llevaba a Caracas: “Ahí caí en mi primer conflicto existencial”.
Al día siguiente despertó convencido de que su destino era fundar un movimiento. Y lo hizo a los veintitrés años, con un nombre evidente: Ejército bolivariano del pueblo de Venezuela. Sus miembros fundadores: cinco soldados y él, con su grado de subteniente. “¿Con qué finalidad?” le pregunté. Muy sencillo, dijo él: “con la finalidad de prepararnos por si pasa algo”. Un año después, ya como oficial paracaidista en un batallón blindado de Maracay, empezó a conspirar en grande. Pero me aclaró que usaba la palabra conspiración sólo en su sentido figurado de convocar voluntades para una tarea común.
Esa era la situación el 17 de diciembre de 1982 cuando ocurrió un episodio inesperado que Chávez considera decisivo en su vida. Era ya capitán en el segundo regimiento de paracaidistas, y ayudante de oficial de inteligencia. Cuando menos lo esperaba, el comandante del regimiento, Ángel Manrique, lo comisionó para pronunciar un discurso ante mil doscientos hombres entre oficiales y tropa.
A la una de la tarde, reunido ya el batallón en el patio de fútbol, el maestro de ceremonias lo anunció. “¿Y el discurso?”, le preguntó el comandante del regimiento al verlo subir a la tribuna sin papel. “Yo no tengo discurso escrito”, le dijo Chávez. Y empezó a improvisar. Fue un discurso breve, inspirado en Bolívar y Martí, pero con una cosecha personal sobre la situación de presión e injusticia de América Latina transcurridos doscientos años de su independencia. Los oficiales, los suyos y los que no lo eran, lo oyeron impasibles. Entre ellos los capitanes Felipe Acosta Carle y Jesús Urdaneta Hernández, simpatizantes de su movimiento. El comandante de la guarnición, muy disgustado, lo recibió con un reproche para ser oído por todos:
“Chávez, usted parece un político”. “Entendido”, le replicó Chávez.
Felipe Acosta, que medía dos metros y no habían logrado someterlo diez contendores, se paró de frente al comandante, y le dijo: “Usted está equivocado, mi comandante. Chávez no es ningún político. Es un capitán de los de ahora, y cuando ustedes oyen lo que él dijo en su discurso se mean en los pantalones”.
Entonces el coronel Manrique puso firmes a la tropa, y dijo: “Quiero que sepan que lo dicho por el capitán Chávez estaba autorizado por mí. Yo le di la orden de que dijera ese discurso, y todo lo que dijo, aunque no lo trajo escrito, me lo había contado ayer”. Hizo una pausa efectista, y concluyó con una orden terminante: “¡Que eso no salga de aquí!”.
Al final del acto, Chávez se fue a trotar con los capitanes Felipe Acosta y Jesús Urdaneta hacia el Samán del Güere, a diez kilómetros de distancia, y allí repitieron el juramento solemne de Simón Bolívar en el monte Aventino. “Al final, claro, le hice un cambio”, me dijo Chávez. En lugar de “cuando hayamos roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español”, dijeron: “Hasta que no rompamos las cadenas que nos oprimen y oprimen al pueblo por voluntad de los poderosos”.
Desde entonces, todos los oficiales que se incorporaban al movimiento secreto tenían que hacer ese juramento. La última vez fue durante la campaña electoral ante cien mil personas. Durante años hicieron congresos clandestinos cada vez más numerosos, con representantes militares de todo el país. “Durante dos días hacíamos reuniones en lugares escondidos, estudiando la situación del país, haciendo análisis, contactos con grupos civiles, amigos. “En diez años -me dijo Chávez- llegamos a hacer cinco congresos sin ser descubiertos”.
A estas alturas del diálogo, el Presidente rió con malicia, y reveló con una sonrisa de malicia: “Bueno, siempre hemos dicho que los primeros éramos tres. Pero ya podemos decir que en realidad había un cuarto hombre, cuya identidad ocultamos siempre para protegerlo, pues no fue descubierto el 4 de febrero y quedó activo en el Ejército y alcanzó el grado de coronel. Pero estamos en 1999 y ya podemos revelar que ese cuarto hombre está aquí con nosotros en este avión”. Señaló con el índice al cuarto hombre en un sillón apartado, y dijo: “¡El coronel Baduel!”.
De acuerdo con la idea que el comandante Chávez tiene de su vida, el acontecimiento culminante fue El Caracazo, la sublevación popular que devastó a Caracas. Solía repetir: “Napoleón dijo que una batalla se decide en un segundo de inspiración del estratega”. A partir de ese pensamiento, Chávez desarrolló tres conceptos: uno, la hora histórica. El otro, el minuto estratégico. Y por fin, el segundo táctico. “Estábamos inquietos porque no queríamos irnos del Ejército”, decía Chávez. “Habíamos formado un movimiento, pero no teníamos claro para qué”. Sin embargo, el drama tremendo fue que lo que iba a ocurrir ocurrió y no estaban preparados. “Es decir -concluyó Chávez- que nos sorprendió el minuto estratégico”.
Se refería, desde luego, a la asonada popular del 27 de febrero de 1989: El Caracazo. Uno de los más sorprendidos fue él mismo. Carlos Andrés Pérez acababa de asumir la presidencia con una votación caudalosa y era inconcebible que en veinte días sucediera algo tan grave. “Yo iba a la universidad a un postgrado, la noche del 27, y entro en el fuerte Tiuna en busca de un amigo que me echara un poco de gasolina para llegar a la casa”, me contó Chávez minutos antes de aterrizar en Caracas. “Entonces veo que están sacando las tropas, y le pregunto a un coronel: ¿Para dónde van todos esos soldados? Porque que sacaban los de Logística que no están entrenados para el combate, ni menos para el combate en localidades. Eran reclutas asustados por el mismo fusil que llevaban. Así que le pregunto al coronel: ¿Para dónde va ese pocotón de gente? Y el coronel me dice: A la calle, a la calle. La orden que dieron fue esa: hay que parar la vaina como sea, y aquí vamos. Dios mío, ¿pero qué orden les dieron? Bueno Chávez, me contesta el coronel: la orden es que hay que parar esta vaina como sea. Y yo le digo: Pero mi coronel, usted se imagina lo que puede pasar. Y él me dice: Bueno, Chávez, es una orden y ya no hay nada qué hacer. Que sea lo que Dios quiera”.
Chávez dice que también él iba con mucha fiebre por un ataque de rubéola, y cuando encendió su carro vio un soldadito que venía corriendo con el casco caído, el fusil guindando y la munición desparramada. “Y entonces me paro y lo llamo”, dijo Chávez. “Y él se monta, todo nervioso, sudado, un muchachito de 18 años. Y yo le pregunto: Ajá, ¿y para dónde vas tú corriendo así? No, dijo él, es que me dejó el pelotón, y allí va mi teniente en el camión. Lléveme, mi mayor, lléveme. Y yo alcanzo el camión y le pregunto al que los lleva: ¿Para dónde van? Y él me dice: Yo no sé nada. Quién va a saber, imagínese”. Chávez toma aire y casi grita ahogándose en la angustia de aquella noche terrible: “Tú sabes, a los soldados tú los mandas para la calle, asustados, con un fusil, y quinientos cartuchos, y se los gastan todos. Barrían las calles a bala, barrían los cerros, los barrios populares. ¡Fue un desastre! Así fue: miles, y entre ellos Felipe Acosta”. “Y el instinto me dice que lo mandaron a matar”, dice Chávez. “Fue el minuto que esperábamos para actuar”. Dicho y hecho: desde aquel momento empezó a fraguarse el golpe que fracasó tres años después.
El avión aterrizó en Caracas a las tres de la mañana. Vi por la ventanilla la ciénaga de luces de aquella ciudad inolvidable donde viví tres años cruciales de Venezuela que lo fueron también para mi vida. El presidente se despidió con su abrazo caribe y una invitación implícita: “Nos vemos aquí el 2 de febrero”. Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora, me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más.

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Esta entrada fue publicada el 10 Septiembre 2009 a las 12:33 AM y archivada bajo Reflexiones y lectura intertextual...

No deje de leer también: 
EL ASESINATO DE RENNY OTTOLINA.

El maricón Jaime Bayly Letts

El popular escritor y periodista peruano Jaime Bayly Letts, que se define como bisexual, se burló el lunes del presidente boliviano Evo Morales, a quien reprochó no haberle advertido que comer pollo le produciría impotencia sexual.

“Debe ser verdad lo que dice Evo Morales porque yo desde niño he comido mucho pollo y se ve que por comer tanto pollo me he ido afeminando, afectando de suaves modales, amariconando sin darme cuenta”, escribió Bayly en su columna semanal del diario limeño Perú21.

El periodista de la televisión peruana y colombiana señaló además que sufre de impotencia sexual a causa del pollo hinchado de hormonas femeninas, “que ha convertido mi pene en un clítoris”.

“Evo Morales lo sabía -agregó- y el muy pilluelo se guardó el secreto, de haberlo sabido quizá me habría puesto a masticar hoja de coca en el colegio y ahora sería un hombre muy macho, muy tosco y muy corto de entendimiento”.

Vincular el consumo de pollo con la homosexualidad le ha valido al jefe de Estado boliviano una lluvia de críticas y burlas, desde que hizo esa afirmación la semana pasada en Cochabamba durante la conferencia climática de los Pueblos.

En esa cita Morales dijo que comer pollo causa “desviaciones” sexuales en los hombres, por su contenido de hormonas femeninas.

© 1994-2010 Agence France-Pressevía Noticias24.

Presione aquí para ver quién es Jaime Bayly en caso de que Ud. no lo conozca.

¡BASTA DE VIOLENCIA A LA MUJER!!!

A continuación se presenta el logo que todos los websites del Mundo pueden publicar en sus blogs y diferentes páginas, se trata de una imagen que el twittero Otto Gebauer, preso político venezolano, nos presenta para que sea divulgada...


http://twitpic.com/1hk43a

sábado, 17 de abril de 2010

Violencia en educación de niños y adolescentes en Venezuela - Preparación de las guerrillas urbanas asesinas para malandraje y propaganda política

Observe en la secuencia de fotos los símbolos satánicos utilizados...



Se recomienda que la visualización de las imágenes sólo la realicen personas adultas, si Usted es un niño o adolescente, solicite la orientación y opinión de un adulto.

http://img156.yfrog.com/slideshow/webplayer.php?id=p1090008.jpg

jueves, 15 de abril de 2010

Pedro Carmona Estanga, presidente de Venezuela durante Abril 2002, confirma que LOS MILITARES decidieron e impusieron nuevamente a Hugo Chávez

En abril de 2002, tras una serie de protestas de la oposición al régimen chavista, se produjeron unos turbios y violentos incidentes con el resultado de casi una veintena de muertos, que llevaron a la destitución de Hugo Chávez y a la formación de un Ejecutivo de carácter provisional que presidió el líder empresarial Pedro Carmona. El objetivo de aquel Gobierno era liderar un proceso de cambio político y convocar elecciones en tres meses. Tras tres días de dura crisis, e incluso de enfrentamientos serios en la cúpula militar que por poco degeneran en contienda, el capítulo se cerró con el regreso de Chávez a Caracas vitoreado por los suyos, y la salida del Ejecutivo de transición.

Pregunta.- ¿Qué balance hace de estos 11 largos años de chavismo?

Respuesta.- Yo destacaría que se ha ido definiendo un régimen de clara orientación autocrática, que trata de implantar lo que denomina como «el socialismo del siglo XXI». Un sistema que no es otra cosa que la emulación del régimen cubano bajo una inspiración militarista, desde luego de izquierdas, con espacios que se van cerrando al pluralismo político. Es decir, un régimen que se aleja de los principios establecidos en la Carta Magna, aprobada por el propio Gobierno y sometida a referéndum en el pasado. Y yo diría que hasta el punto de que muchísimas de las decisiones, leyes y decretos que se han aprobado están de espaldas al texto constitucional. En 2007, además, se rechazó un cambio fundamental de esa Constitución y se le dio un aviso serio al Gobierno de que no iba en la dirección adecuada.

P.- Pasado el tiempo, aquella iniciativa de 2002 para cambiar el régimen, ¿no cree que fracasó por la desunión del Ejército?

R.- Fue un error capital no sacar a Chávez del país, quizá el más importante de los que cometimos en esos momentos. No fue el decreto de formación del ejecutivo, como sostienen algunos, sino la falta de criterio a la hora de actuar en este asunto. El grupo militar que mantenía el diálogo con el presidente saliente estaba dividido y esa falta de cohesión fue fatal, pues se precipitaron las cosas y Chávez anunció al mundo que no había renunciado, sino que estaba retenido en contra de su voluntad.

P.- Chávez acusa a Aznar y a Bush de estar detrás de aquellos acontecimientos, ¿hay algo de cierto?

R.- No hubo ni tiempo para buscar apoyo internacional, y la única expresión que hubo por nuestra parte se refería al restablecimiento de la institucionalidad. Nosotros incluso nos pusimos en contacto con la Organización de Estados Americanos para que en nombre de la Carta Democrática se hiciera garante del proceso que estábamos poniendo en marcha. Se lo comunicamos al secretario general y reclamamos una misión urgente de dicha organización.

P.- ¿Pero sí hubo una iniciativa española para sacar a Chávez de Venezuela?

R.- No fue española, al menos yo no tuve conocimiento. De la que sí tuve conocimiento es de la de Fidel Castro, que consultó a algunos embajadores en La Habana para que dispusiesen de algún avión por si llegado el caso había que sacar a Chávez al exterior, más concretamente a Cuba, donde se exiliaría teóricamente. La iniciativa fue cubana, al menos la que yo conozco. No sé de otras. Sin embargo, como decidimos que no saliera del país y que fuera juzgado según las leyes venezolanas, esa iniciativa no cuajó y nunca se llevó a cabo. Luego, todo se fue debilitando y el proceso de provisionalidad no se consolidó.

P.- ¿Cómo ve el futuro del país?

R.- En estos momentos la unidad de la oposición no sólo es un imperativo histórico, sino un clamor de la población, que desea que se abran vías de cambio por los procedimientos democráticos. Hay que reconocer que la unidad opositora es compleja porque hay fuerzas de todos los signos políticos, pero la responsabilidad ante el país es tan grande que yo no sólo aspiro a que la Mesa de la Unidad que hoy está tratando de lograr las candidaturas únicas para las elecciones de septiembre alcance y logre ese proyecto con candidatos idóneos y que sean los mejores. Además, espero que se vaya conformando lo que el país desea: un mensaje y una propuesta alternativa para Venezuela diferenciada claramente de lo que ofrece el régimen. En el pasado, al fracasar este proyecto unitario, se perdieron espacios políticos importantes en las elecciones a alcaldes y gobernadores; perdimos cargos institucionales por esa falta de unidad frente a la maquinaria oficialista.

P.- ¿Cree que Chávez nunca dejará pacíficamente el poder?

R.- El presidente Chávez hace ver que busca la legitimidad democrática y electoral, aunque hay indicios de que no parece que vaya a aceptar resultados adversos y, sobre todo, que se celebren elecciones transparentes y limpias, en el sentido de que si se produjera una derrota del chavismo, a renglón seguido habría una confrontación. Existe esa preocupación acerca de la verdadera disposición de Chávez de aceptar las reglas de juego, inclusive las electorales; ya en el año 2007 hubo un intento de desconocer un proceso electoral y en el referéndum de 2004 ocurrieron acontecimientos parecidos.

Entrevista publicada en el diario español El Mundo.




Video donde el Alto Mando Militar de Venezuela confirma la renuncia de Hugo Chávez Frías
12 de Abril de 2002

miércoles, 14 de abril de 2010

Milicias urbanas de ASESINOS BORRACHOS fueron juranmentadas en Venezuela por Hugo Chávez

Un grupo de personas se reunieron en la Av. Bolívar de Caracas el pasado 13 de Abril de 2010, disfrazadas con atuendos militares para juramentarse como "Milicias", acto avalado y presidido por Hugo Chávez Fríaz, indicándose que las mismas "deberán exterminar" a la burguesía del país y tomar todos los espacios públicos de la nación venezolana... Sólo vea las imágenes y saque sus propias conclusiones (algunas fotos corresponden a ciertas comparaciones de lo que ha pasado o ¡pasa! en otros países, incluso parece haber una que está repetida en la secuencia desplegada, en todo caso se recomienda que infantes o adolescentes no las vean sin la presencia de sus padres o representantes debido al "mensaje" con carácter violento e intimidador que muestran).





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