Ya cansan y obstinan esas palabras de conformidad y resignación: "¡No nos queda de otra! ¿Qué más vamos a hacer? Tenemos que votar hasta que llegue el día de vencerlos". Y sigue la perorata del miedo, la legitimación o el pacto-negocio: "Tenemos que armarnos de paciencia y evitar por todos los medios, caer en las provocaciones del régimen que nos quiere apartar del camino democrático de las elecciones", nos dicen a diario... Las anteriores son las palabras de cualquier politiquero que haya decidido meterse a candidato, a cualquier cargo de supuesta elección. En este ambiente del atraso y el personalismo esto es lo frecuente.
El nuevo dirigente o aspirante a caudillo en todo momento acaricia la posibilidad de conseguir un cargo bien remunerado conectado con la "buena reputación" y los buenos negocios. En tiempos de la "democracia" y la "revolución" el cariño es el mismo.
Este es el gremio de los legitimadores que Pío Gil llamó "felicitadotes". Acomodadores o arregladores. Con ellos las cosas que ya están bien se ponen mejores y las que están mal siguen en su mismo punto.
No hay nada que modificar ni arreglar. Pero en todo caso se obtienen buenos dividendos.
Y no se trata de legitimadores simplemente anónimos. Cada uno de ellos forma parte directa o indirectamente de una estructura de intereses clasistas.
Los dueños o grandes beneficiarios de la sociedad cuentan con este tipo de secuaces, para que actúen desde las filas del gobierno o desde "las oposiciones".
Estamos hablando de los comodines que llenan y atosigan estos aciagos momentos de esta acongojada historia.
En tiempos de la cuarta república nos conseguimos con legitimadores que actuaban desde las filas de la llamada lucha armada y luego desde la "pacificación".
La conspiración sirvió para conquistar posiciones por las vías de la ilegitimidad y sirve para justificar y legitimar la acción defensiva de los regímenes legítimamente constituidos como los de Betancourt, Carlos Andrés Pérez y el actual.
Y hoy se registra la democratización de los legitimadores y justificadores. Por todas partes se consiguen.
En el campo económico encontramos, por ejemplo, a quienes venden la tesis de que la catástrofe económica acabará con este régimen militarista, dictatorial y de corte totalitario-fascista, que se recubre con los disfraces que le proporcionan los propios legitimadores y autocensuradores de los medios de comunicación.
La convalidación no puede ser más superficial, reformista y positivista.
Es cuestión de esperar. De tener paciencia para ver cómo se derrumbará este poderío. Se lo tragará íntegro la crisis económica.
Claro, la crisis nos envolverá a todos y nos hundiremos en lo económico y social.
Y el desastre nos devolverá a los momentos de las grandes catástrofes como las de comienzos del siglo pasado.
Pero lejos de llamar a una declaración social de emergencia para enfrentar la creciente destrucción, materialmente se convoca para las próximas elecciones.
El discurso es lamentable: Hay que seguir votando para ver si logramos derrotar al régimen antes de que llegue la hora del hundimiento.
De modo que lo electoral forma parte de una estrategia que lo explica y justifica.
Por esto ya hay una buena cantidad de candidatos a diputados y a la presidencia.
Estos "políticos" no parecen haber caído en cuenta que aquí el 15F-09 ocurrió un referendo que selló, por la vía del fraude-trampa, la instalación formal de un régimen que nada tiene que ver con Estado de Derecho y, en consecuencia, con democracia.
Por esto, nadie puede asomar siquiera que aquí existe la menor posibilidad de que se produzcan elecciones libres y transparentes en el corto y mediano plazo.
Lo electoral, legislativo, judicial, militar y muchas fuerzas internacionales que hoy obtienen grandes provechos de esta "revolución", se harán matar como legitimadores del régimen y en defensa de sus intereses.
De modo que el aparato represivo del régimen seguirá recibiendo apoyo incondicional de sus aliados.
Porque lo importante es mantener VENECUBA como una unidad estratégica que en medio de sus arranques antiimperialistas es capaz de proporcionar beneficios a la otra parte.
Y este aparato de fuerza ya está activado para enfrentar a quienes quieran sacar provecho a la crisis económica nacional.
A mayor colapso económico se aplicará mayor represión. Y en esto se seguirá el ejemplo que ha dado la "revolución cubana".
50 años de catástrofe económica y se mantiene firme y estable. Inevitable mantener las cárceles llenas y haber mandado un buen número de opositores al cementerio.
Para ello se ha contado con un voluminoso equipo represivo bien preparado y comunalmente organizado, que ahora está al servicio de la Venezuela aliada.
Y si aquí hay que seguir sacrificando vidas en nombre de la revolución, téngase la seguridad que se hará. Porque las "revoluciones" son consustanciales al derramamiento de sangre.
Un ejemplo (entre muchos): Hace apenas horas de haber escrito esto fue asesinado otro estudiante en el estado Mérida. En este caso se trata del presidente de la Federación de Estudiantes del Instituto Universitario Tecnológico de Ejido, herido por la policía el martes 28/04/09, cuando encabezaba una manifestación de protesta por la falta de presupuesto. Fallece el jueves 30 en el Hospital Universitario de Mérida.
Otro ejemplo emblemático: A la larga lista de asesinatos de dirigentes del mundo laboral se suma el nombre de Argenis Vásquez, secretario de organización del Sindicato de Trabajadores de Toyota-Cumaná, asesinado, presuntamente por sicariato.
En ambos casos se ha producido un gran repudio. Ya no se trata de distinguir los muertos entre oficialistas y disidentes.
Yubán hacia un reclamo al gobierno y le respondieron con un tiro mortal. Aún no se sabe exactamente quién asesinó a Argenis.
Y así la sangre se sigue derramando en medio de un estado de violencia que va mucho más allá de los tiempos de la lucha armada de los sesenta.
Y en medio de esta tragedia y este Estado tomado por la acción política "revolucionaria", por no llamarla delincuencial, ¿se habrá de seguir rindiendo culto al voto?
Señores manipuladores electorales a nivel de "oposiciones partidistas y mediáticas": La complicidad es otra manera de ejercer el crimen.
Aquí ya hay otra Venezuela dispuesta a ir más allá del monstruo del oficialismo y "las oposiciones" que mantienen en alto el tráfico electoral.
¿Seguiremos votando mientras siguen matando? La inmensa mayoría de los venezolanos no está dispuesta hoy a votar hasta morir.
Texto original de Agustín Blanco Muñoz - Mayo 2009.
¿Quién fue Pio Gil?
Se llamaba realmente Pedro María Morantes. Abogado, escritor y activista político, fue conocido bajo el seudónimo de Pío Gil. Nace en La Sabana (Edo. Táchira) el 24.10.1865. Dado que era pobre, tuvo que sufragar con su trabajo los estudios de primaria y los de bachillerato. En la Universidad de Los Andes de Mérida cursó tres años de derecho (1884-1887). Durante este tiempo se destaca como animador de grupos y publicaciones y como poeta y prosista de tendencia romántica. En 1887, se traslada a Caracas donde culmina sus estudios de derecho (1890). Pese a que en estos momentos Venezuela vive en ese momento una intensa reacción contra el poder y la figura de Antonio Guzmán Blanco, Morantes, de carácter retraído, estudia, lee y toma nota de los acontecimientos sin participar en la vida política activa o en los frecuentes alzamientos militares. Regresa a San Cristóbal para dedicarse, sin éxito económico, al ejercicio del derecho, a la decencia y a los negocios. Al mismo tiempo, escribe poemas y artículos en publicaciones como El Tribuno de Mérida, El Eco de Occidente. En 1903 vuelve a Caracas, ocupando brevemente un cargo en la Cancillería y siendo designado juez de primera instancia en lo civil del Distrito Federal. Desde esta posición, entra en contacto con la sociedad que adula y tolera al mandatario Cipriano Castro. En sus libretas va registrando en secreto un expediente de la situación del país, dando forma a denuncias imposibles de divulgar.
En 1908 emprende un viaje a Europa, dando comienzo a un largo período de destierro, voluntario y definitivo. Por casualidad, en el mismo barco que lo transportaba al viejo continente, coincide con Cipriano Castro quien se dirigía a Alemania a curarse de una afección renal. Esta ocasión la aprovecha Morantes para observar de cerca al personaje y tomar notas que formarán parte de su Diario Íntimo, publicado en 1965. En España y Francia consigue impresores para sus denuncias contra la corrupción, vicios y males de Venezuela y su gobernante. No obstante el gobierno en desconocimiento de sus actividades, el Gobierno venezolano lo designa cónsul en Ámsterdam, pero al poco tiempo la publicación de sus primeros libelos acarrea su destitución, apenas se identifica el verdadero nombre detrás del seudónimo de Pío Gil. El Cabito, novela que tiene como personaje principal a Cipriano Castro, así como el resto de su obra, publicada entre 1909 y 1917, es introducida clandestinamente en Venezuela. Aunque Morantes fue autor de una literatura política agresiva y no participó en invasiones militares ni en luchas políticas, su posición panfletaria le impidió volver al país. En 1917 da a conocer su poema Lira anárquica, en el que, a la manera de José Asunción Silva, invita al tiranicidio.
Los acontecimientos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), tuvieron un impacto notable en el pensamiento de Morantes. En tal sentido, en sus últimos escritos reflexiona acerca de las razones y consecuencias de esa sangrienta confrontación. Muere en París el 04.02.1918. Pese a la buena acogida de sus escritos, particularmente
El Cabito, buena parte de su obra permaneció inédita por muchos años. A la muerte de Juan Vicente Gómez en 1935, los veteranos de la lucha contra su gobierno intentaron hacer un homenaje a la figura de Pedro María Morantes. En 1939 la Cámara del Senado aprobó la repatriación de sus restos y la publicación de sus obras inéditas. Una muestra de sus escritos sobre la Primera Guerra Mundial fue publicada en 1940 en la
Revista Nacional de Cultura. Luego, en 1962 y 1965, se editaron sus diarios íntimos y sus cartas, los cuales representan documentos de primera mano de gran importancia para la comprensión de los primeros años del siglo XX venezolano. No fue sino hasta 1975 cuando sus restos finalmente trasladados a Venezuela, siendo sepultados, en 1977, en el mausoleo de héroes de San cristóbal.