INTERESES, VALORES Y AFICIONES EN COMUN
Desde nuestra primera reunión hasta el día de hoy he estado en contacto con el Presidente y su señora, a quienes considero unos buenos amigos. Esta amistad se sostiene más allá de diferencias de puntos de vista que puedan existir, y se sustenta en intereses, valores, y aficiones comunes.
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A partir de ese punto, todo relato aquí expuesto está respaldado por las notas preparatorias para la reunión en cuestión, al igual que por gran número de documentos originales que he conservado relacionados a dicho encuentro.
ATAQUES DEL PRESIDENTE CHAVEZ
Después de los sucesos de abril de dos mil dos (4/2002), durante los cuales me había esforzado por contribuir al diálogo y la paz entre los venezolanos, se inició una campaña sistemática de parte del Presidente de la República contra mi persona, mis bienes y las empresas que presido. Fueron tantas las agresiones que no tuve otra alternativa que demandar al Presidente Chávez por difamación e injuria, demanda que fue presentada ante el Tribunal Supremo de Justicia el martes veintiuno de enero de dos mil tres (21/1/2003), estando presente el Doctor Iván Rincón Urdaneta, Presidente del Tribunal.
NACI EN VENEZUELA Y QUIEREN QUITARME LA NACIONALIDAD
Unidas a estas agresiones, durante el mes de mayo de dos mil cuatro (5/2004) se produjeron dos operaciones de allanamiento a propiedades de nuestra familia, a nuestra finca familiar “Carabobo”, en el Estado Miranda, y en mi campamento de pesca en el Río Orinoco. Ambas operaciones, con gran despliegue de armamento, se hicieron sobre bases infundadas y sin consideración a las personas presentes. El jueves trece del mismo mes (13/5/2004), la Diputada Iris Varela, representante del Movimiento Quinta República (MVR), presentó ante la Asamblea Nacional una resolución que fue sometida a votación para privarme la ciudadanía venezolana, aún cuando soy venezolano por nacimiento.
Para todos los trabajadores de Venevisión, y por supuesto para mí, la agresión más alarmante se produjo el viernes once de junio de dos mil cuatro (11/6/2004) cuando la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP), la policía política, invadió nuestras instalaciones en otra operación policial. Durante esta operación se hallaron armas en desuso e inservibles, que estaban en un depósito de seguridad clausurado, y luego se comprobó judicialmente que eran armas no operativas, pero el daño ya estaba hecho.
CARTER OFRECE FACILITAR LA REUNION
El Presidente Carter estaba al corriente de lo que sucedía en Venezuela, y en su constante empeño dirigido a fortalecer los cimientos democráticos en mi país, ofreció facilitar un encuentro entre el Presidente Chávez y diversas personalidades en la nación, como parte de su rol de facilitador invitado por el gobierno y la Coordinadora Democrática. Así lo contemplaba su programa, el cual promovía el diálogo entre los medios y el gobierno desde hacía dos (2) años, utilizando la ayuda de William Ury, mediador profesional estadounidense reconocido internacionalmente.
El Presidente Carter pensaba además, específicamente en referencia a mi caso, que sería útil saber directamente del Presidente Chávez cuáles eran las razones de sus agravios. Señaló que una reunión mía con el Presidente Chávez en presencia del Presidente Carter me permitiría clarificar cualquier malentendido y aclarar las falsas acusaciones, si ese era el caso.
Mi objetivo principal en esa reunión sugerida por el Presidente Carter era asegurar que llegásemos en paz al referéndum revocatorio, e iniciar un intento de reconciliación que uniese a todos los sectores de Venezuela en un esfuerzo común por el desarrollo del país, preservando la convivencia del gobierno con los medios de comunicación. La reunión me permitiría determinar la presencia o ausencia de una capacidad de tolerancia y un espíritu de concordia por parte del Presidente Chávez, variables fundamentales para un diálogo futuro. El Presidente Carter me había aconsejado encauzar la conversación en esa dirección.
SE CONCERTA LA REUNION
Durante el primer trimestre del año dos mil tres (2003), el Presidente Carter se puso en marcha para coordinar la reunión pero fue hasta el periodo de la recolección de firmas del referéndum que se logró concertar la misma.
Preparando el encuentro, consideré que la mejor manera de llegar a esta reunión sería encontrando puntos en común en anticipación a un diálogo entre el gobierno y los medios de comunicación para asegurar así el buen funcionamiento democrático de Venezuela. La única ventana por la que podíamos asomarnos era la oportunidad de diálogo, tanto el Presidente Chávez como yo, para asegurar la celebración del referéndum revocatorio.
En mis notas consideré que tenía una pieza de información muy valiosa para llevar conmigo como premisa. Esta información provenía de la Comisión de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano, era su definición del diálogo democrático: “el proceso ideal para abordar crisis complejas que involucran problemas sociales y políticos a través de alentar a los participantes a escucharse para construir señales básicas de confianza que puedan permitir generar consensos mínimos para la convivencia pacifica".
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La logística y seguridad de la reunión fueron organizadas con absoluta discreción por la Casa Militar del estado venezolano, el equipo del Presidente Carter, y el mío.
La fecha se fijó para el martes ocho de junio de dos mil cuatro (8/6/2004). Días más tarde, el Presidente Chávez difirió la reunión y se fijo una nueva fecha, el viernes dieciocho de junio de dos mil cuatro (18/6/2004), pues era la fecha más próxima en que el Presidente Carter estaba disponible. La reunión tendría lugar en la Isla La Orchila.
El jueves diecisiete de junio de dos mil cuatro (17/6/2004), recibí una llamada telefónica de mi oficina donde me informaron que se había recibido una llamada del Jefe de la Casa Militar del Presidente Chávez, General Carlos Mata Figueroa, informando el cambio del sitio de la reunión de la Isla La Orchila a la Base Militar Fuerte Tiuna. Esto también se le transmitió al Presidente Carter. El Presidente Carter aprobó el cambio y los planes se pusieron en movimiento para volar a Venezuela a la mañana siguiente.
ENCUENTRO PREVIO: CHAVEZ Y CARTER
Cuando el Presidente Carter y yo aterrizamos en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, de Maiquetía, a las diez cuarenta y cinco de la mañana (10:45 a.m.), del viernes dieciocho de junio de dos mil cuatro (18/6/2004), nos dirigimos al helicóptero corporativo que estaba listo para despegar hacia la base militar Fuerte Tiuna. En ese momento el Presidente Chávez estaba asistiendo a una ceremonia anual de reconocimiento al personal militar. A nuestra llegada al aeropuerto nos sorprendimos al enterarnos por el General Mata Figueroa que teníamos que volar en un helicóptero militar y no en el helicóptero corporativo, como se había acordado previamente. Nos informó también que solamente podíamos abordar el helicóptero, el Presidente Carter y yo, sin su equipo del Servicio Secreto. El Presidente Carter insistió que por lo menos lo acompañase su jefe de seguridad Alex Parker.
La reunión tuvo lugar en la residencia oficial del Ministro de Defensa, General Jorge Luis García Carneiro, ubicada dentro de Fuerte Tiuna, aunque el Ministro no estuvo presente. A nuestra llegada a la residencia oficial, alrededor de las once y veinte de la mañana (11:20 a.m.), el Presidente Chávez vino a saludarnos y explicó que había un serio enfrentamiento militar en la frontera colombiana que requería su atención inmediata. El Presidente Chávez pidió disculpas y nos dejó con el General Mata Figueroa y sus edecanes de la Casa Militar, en una sala de espera.
El Presidente Carter fue el primero en entrar para ver al Presidente Chávez, lo que ocurrió cuarenta y cinco (45) minutos después de la llegada al Fuerte Tiuna, aproximadamente a las doce del mediodía (12:00 p.m.).
Tras los cuarenta y cinco (45) minutos previos del encuentro entre el Presidente Carter y el Presidente Chávez, me incorporé a la reunión, aproximadamente a las doce y cincuenta del mediodía (12:50 p.m.).
PROMOVER LA RECONCILIACION
A partir de ese momento desarrollé mi conversación según lo planeado, con base en los documentos y notas que había preparado y conservado.
Comenzó la reunión con una conversación acerca de la polarización en Venezuela, y cómo la misma había afectado al país desde un punto de vista económico y social. Expuse mi opinión que la polarización venezolana había interrumpido el diálogo democrático entre los venezolanos
El Presidente Chávez argumentó que hasta el momento no había confiscado propiedades, que el mayor potencial para la violencia había sido controlado, y que la oposición había cerrado la industria petrolera pero que él la había restablecido.
Le mencioné al Presidente Chávez que la nueva Constitución les garantizaba a los venezolanos una serie de derechos que debían ser respetados, que el liderazgo del Presidente era esencial para promover la reconciliación y erradicar toda la violencia, así como el lenguaje del odio el cual había profundizado la polarización social. En mi opinión, era imprescindible impedir que se usara el marco jurídico como instrumento punitivo, como fue el caso de la propuesta de modificar el Código Penal. Esa fue una de las razones por las que sugerí que hiciera un llamado al diálogo nacional entre los representantes de la Iglesia, los sindicatos, los partidos políticos, la comunidad empresarial y otras organizaciones sociales.
El Presidente Chávez repasó su trayectoria admitiendo tanto sus aciertos como sus excesos de retórica, e hizo un resumen de su gestión. Explicó su esperanza de mejor vida para los pobres, y agregó que, al menos por los momentos en un plano psicológico había logrado algún progreso social. El Presidente Chávez nos recordó igualmente que el presidente Franklin Delano Roosevelt, Jr., había hecho lo mismo en los años treinta, tal y como lo señala el economista norteamericano, John Kenneth Galbraith, en su libro de 1992, “La cultura de la satisfacción”. Les hablé de la importancia de establecer las condiciones necesarias para que el referendo constitucional del domingo quince de agosto de dos mil cuatro (15/8/2004) tuviese lugar de forma pacífica, siguiendo estrictamente lo que había sido aprobado tanto por el Consejo Nacional Electoral como por varios actores políticos del país.
El Presidente Carter sugirió al Presidente Chávez aceptar el esfuerzo de mediación programado para comenzar en el lapso de tres días por William Ury, entre el gobierno y los medios de comunicación privados. El Presidente Carter le propuso también al Presidente Chávez que se reuniese con William Ury y designase un representante emblemático de gobierno. El Presidente Carter sugirió entre gobierno y medios que cualquier acuerdo debía ser publicitado, de modo que los observadores internacionales pudiesen poner en vigor los compromisos hechos por los medios a través de una cobertura justa y equitativa, así como por la retransmisión de comerciales de campaña.
Hablamos acerca de la importancia de vivir bajo los preceptos constitucionales, y de respetar la legitimidad democrática de todo líder político electo en comicios libres y transparentes.
Le expresé mi opinión que la situación entonces vigente en el país era perjudicial para que cualquier jefe de estado que aspirase a consolidar su liderazgo democrático, garantizar el desarrollo económico y el progreso social. Le sugerí que él y todos los principales dirigentes nacionales, debían considerar la adopción de un conjunto de reglas, que fomentasen el diálogo y la participación democrática.
Hablamos de los medios de comunicación. En mi opinión, el clima que prevalecía en Venezuela estaba marcado por la violencia y la agresión contra los periodistas y los propietarios de los medios.
El Presidente Chávez explicó que el único canal de televisión que había sido silenciado durante los eventos de abril de dos mil dos (2002) fue el Canal 8, el cual había sido cerrado por sus opositores mientras él estaba encarcelado.
NO NEGOCIAMOS
Mencioné que el clima de agresión y violencia entonces predominante había deteriorado la libertad de expresión y el diálogo constructivo entre los venezolanos. Agregué que la creación de la confianza entre todos los ciudadanos exigía la implementación de una serie de pasos; el cese de las agresiones verbales y el desestímulo de las acciones violentas contra periodistas y dueños de medios para cultivar un ambiente de entendimiento que le permitiera a los medios hacer su trabajo; el acceso equitativo de las divisas a las empresas de medios una vez cumplidos todos los requisitos establecidos en la ley; la reducción del recurso de la programación en cadena de manera de no afectar negativamente el derecho al entretenimiento; el respeto absoluto a la libertad de expresión; y estudiar urgentemente la posibilidad de abrir el diálogo entre el gobierno y los medios, a través de William Ury como mediador.
Le expliqué al Presidente Chávez que sólo podía hablar en mi nombre, ya que no estaba representando a ninguna otra empresa de medios durante la reunión. Lo que a continuación discutimos de ninguna manera fue una negociación. Sólo se trató de una muestra de buena voluntad.
El Presidente Chávez reconoció que yo no representaba a los otros medios de comunicación, y entendió que sólo hablaba en mi nombre, pero manifestó su esperanza de que Venevisión y los otros medios privados, pudiesen mostrar mayor balance si él mismo bajaba el nivel de retórica. Los acontecimientos posteriores demostraron que la ventana de oportunidad que veíamos abrir, posteriormente se cerró.
Hablamos extensamente acerca del problema de la pobreza en Venezuela. El Presidente Chávez y yo, compartimos la misma opinión: el tema de la pobreza debía unir al país, sobre todo en vista del alto crecimiento de hogares que se colocaban bajo la línea de la pobreza. Por mi parte, insistí en que una vez finalizado el proceso de referendo, el diálogo nacional debía enfocarse en la búsqueda de soluciones al citado problema. Manifesté que los venezolanos debían dirigir sus esfuerzos a mejorar la educación y a estimular las capacidades empresariales nacionales, para así competir exitosamente en los mercados mundiales.
El Presidente Carter comentó que el Presidente Chávez ya había realizado un importante llamado en Venezuela y Latinoamérica, en función de su militante campaña a favor de los pobres. El Presidente Carter, añadió que el Presidente Chávez no era la única persona que impulsaba este proyecto, ya que otras empresas y fundaciones, tales como la Fundación Cisneros habían conseguido importantes y exitosos logros para mejorar la vida de los venezolanos a través de varias iniciativas.
Ratificamos la importancia de avanzar en la agenda social mediante una convocatoria al diálogo nacional, contando siempre con el apoyo de la comunidad internacional, para afrontar el problema de la pobreza en Venezuela.
Insistí que mi vocación es la de ser un empresario cuya gestión estimulase el desarrollo económico y la prosperidad social.
Al finalizar la reunión, el Presidente Carter repitió su consejo al Presidente Chávez: debía patrocinar y apoyar públicamente un diálogo nacional entre el gobierno y la oposición. Dicho diálogo podría ser liderizado como mediador o agente de buenos oficios por el Presidente Carter, el Presidente de la República Dominicana Leonel Antonio Fernández Reyna, conocido por tener una amistad con el Presidente Chávez, o cualquier persona de su confianza.
NO HUBO PACTO
El Presidente Carter y el Presidente Chávez luego abordaron diversos temas. Hablaron principalmente de temas políticos, de los acontecimientos actuales en Venezuela, de los EE.UU., de América Latina y del mundo en general.
Es importante resaltar que el encuentro no tuvo un propósito distinto al ya esclarecido. No se llegó a pacto alguno.
En ese mismo sentido se pronunció el Presidente Chávez en el programa Alo Presidente #194, del día domingo veinte de junio de dos mil cuatro (20/6/2004): “No hubo pacto de honor con nadie, mi único pacto de honor es con el pueblo”. El sábado diecinueve de junio de dos mil cuatro (19/6/2004) el Centro Carter afirmó que: “Hubo un compromiso mutuo de honrar los procesos constitucionales y apoyar futuras conversaciones entre el gobierno de Venezuela y los medios de comunicación social con el fin de asegurar el clima más adecuado para el proceso constitucional del Referendo.”
También la Organización Cisneros emitió un comunicado el martes veintidós de junio de dos mil cuatro (22/6/2004) en el que afirmó que: “Concurrí a una reunión auspiciada por quien ha sido amigo de Venezuela a lo largo de muchas décadas, y quien me ha honrado con su amistad personal durante buena parte de este trayecto vital. Me refiero desde luego, al ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter… El encuentro sin agenda ni puntos de negociación, era para el presidente Carter un medio para iniciar la restitución de uno de los atributos esenciales de toda democracia: el dialogo”.
El objetivo de la reunión en lo que a mi persona respecta, fue conversar sobre Venezuela y su democracia, y en específico, sobre lo ya expresado en este documento. Nada más.
Quisiera resaltar, para refrescar los hechos, que en ese entonces, Venevisión, junto con todos los medios privados y muchos otros sectores en el país, buscaba la forma de garantizar que el referendo se llevase a cabo. Recuerdo que había mucha incertidumbre y todos temíamos que el proceso refrendario no llegase a concretarse. Repito, el diálogo que tuve, con el Presidente Chávez y el Presidente Carter no condujo a pacto alguno, ni a mediano ni a largo plazo. Sin embargo, la reunión con los Presidentes Chávez y Carter, le abrió la puerta al respeto mutuo, temporalmente, entre los medios y el gobierno, facilitando el trabajo de los medios hacia el referendo revocatorio. Es del conocimiento público que el desempeño de William Ury como mediador entre el gobierno y los medios de comunicación se llevó a cabo durante los días anteriores al referendo. Al menos al corto plazo, la mediación de William Ury logró que el gobierno y los medios privados y públicos llegasen a un consenso en apoyo de una campaña transparente y equilibrada para el referendo.
LOS ATAQUES NO HAN CESADO
La reunión entre los Presidentes Chávez, Carter y mi persona terminó aproximadamente a las cuatro de la tarde (4:00 p.m.), y tras despedirnos del Presidente Chávez, nos llevaron de vuelta a Maiquetía. Ahí, el Presidente Carter y yo subimos al jet corporativo, despegando de Caracas a las cuatro y treinta y siete de la tarde (4:37 p.m.) hacia el Aeropuerto de Southern Field, Americus, Georgia, EE.UU.
Durante el vuelo, el Presidente Carter redactó su propia minuta de la reunión, y yo hice lo mismo. Ambos nos sentíamos optimistas, pero si teníamos algo claro eran las enormes dificultades, para que aquella ventana de oportunidad hacia el dialogo continuase abierta. Lamento que los acontecimientos posteriores, conocidos por todos los venezolanos, no cubriesen las expectativas generadas.
Después de tres horas y cincuenta y cinco minutos de vuelo, a las siete y treinta y dos de la noche (7:32 p.m.), dejamos al Presidente Carter y su equipo en Georgia, y para las ocho de la noche (8:00 p.m.), ya estaba en camino al Aeropuerto de Teterboro, New Jersey, EE.UU. y después regresé a Venezuela.
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A sugerencia del Presidente Carter, nos pusimos de acuerdo para distribuir solamente un comunicado de prensa, en nombre de las tres partes que estuvimos presentes en dicha reunión. El Centro Carter sería la entidad que emitiría y divulgaría la noticia, el sábado diecinueve de junio de dos mil cuatro (19/6/2004). Los puntos a destacar en el comunicado emitido serian los siguientes: “Hubo un compromiso mutuo de honrar los procesos constitucionales y apoyar futuras conversaciones entre el gobierno de Venezuela y los medios de comunicación social con el fin de asegurar el clima más adecuado para el proceso constitucional del Referendo. Los participantes en la reunión conversaron también otros temas, incluyendo la necesidad de un diálogo nacional para después del 15 de agosto”.
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Como es evidente, las agresiones contra mi persona no solamente no han cesado, sino que han persistido y en ocasiones se han acrecentado, todo ello a contracorriente de la voluntad de diálogo y reconciliación que los tres participantes en la reunión aquí reseñada pusimos de manifiesto en junio de dos mil cuatro (6/2004).
Esta situación, esas agresiones y ataques y sus diversas secuelas, deben verse e interpretarse en el marco de la polarización política que continúa aquejando a Venezuela, y que de un modo u otro afecta también a millones de venezolanos.
Dentro de ese marco deberían verse e interpretarse igualmente las decisiones empresariales tomadas por Venevisión, que han buscado ajustarse a los requerimientos legales vigentes, y a la vez preservar el canal como un medio de comunicación independiente, para el presente y el futuro, suministrando entretenimiento y presentando una perspectiva equilibrada sobre una realidad compleja.
En lo personal, y ya por último, no puedo sino reafirmar mi adhesión plena a los principios democráticos, así como mi fe y confianza en la fuerza de la libertad como valor esencial del ser humano.
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Este es mi testimonio como protagonista de la reunión entre el Presidente Chavez, Presidente Carter, y Gustavo Cisneros.
http://www.noticierovenevision.net/pop_up/que_ocurrio/index.htm
...Recuerda El Pasajero de Truman, lean la reseña de Alberto Barrera Tyszka...
Estamos venciendo ese resentimiento venezolano, empeñado en sostener que un libro que nadie compra y que nadie lee es un libro buenísimo.
Hay un nuevo vigor en la narrativa venezolana. Y, probablemente, entre otros muchos factores, esto también tenga que ver con la existencia de un espíritu distinto entre los escritores, o también con la aparición de otro tipo de autores, venidos de otros mundos, ajenos a las pequeñas, y a veces estrechas, cofradías literarias. Hay una mudanza de ánimo, de estilo, de curiosidad. La gente está más atenta a lo que escribimos, pero también nosotros estamos más atentos ante los lectores. Hay una experiencia distinta de contagio. Parece que por fin estamos venciendo ese resentimiento venezolano, empeñado en sostener que un libro que nadie compra y que nadie lee es un libro buenísimo, una genuina joya literaria.
Francisco Suniaga pertenece a esa otra raza de escritores.
Publicó La otra isla, su primera novela, de manera discreta, sin grandes estridencias, en el año 2005. El libro, por sí mismo, gracias a la gratuita euforia de quienes nos hundimos en sus páginas, comenzó a recorrer la ruta de las buenas obras: navegar a solas, vivir de manera independiente, seduciendo lectores. Tres años más tarde, regresa Suniaga con una nueva novela: El pasajero de Truman.
Dos hombres de noventa años, después de décadas sin verse, deciden juntarse a conversar sobre un día que aún ambos tienen pendiente en el recuento de sus vidas: la mañana en que Diógenes Escalante jamás llegó a desayunar con el presidente Isaías Medina Angarita. El día en que Diógenes Escalante se volvió loco y, sin otra justificación, cambió el rumbo del país. Esta conversación, entre dos testigos de ese momento, es el disparador de la nueva obra de Suniaga.
Apelando a referentes reales, echando mano de una anécdota tan sorprendente como insólita, la novela nos invita de pronto a viajar –por una ruta casi olvidada– hacia nuestro siglo XX.
Ha dicho Francisco Suniaga que no desea que El pasajero de Truman sea encajonada como una "novela histórica". No le gusta la etiqueta. Y tiene razón.
Esa categoría esconde, para la mayoría de los escritores, una servidumbre, un procedimiento según el cual la literatura es sólo un dócil y eficaz instrumento de una supuesta disciplina mayor: la historia.
Pero por supuesto que estamos ante una novela que mantiene una honda relación con la historia. Este libro nos ofrece un insoslayable retrato de la historia política que fraguó el nacimiento de la democracia en Venezuela. Hay aquí una radiografía, como pocas veces lograda, de la lucha de la experiencia civil en pugna con la tradición militarista del país.
Esta novela propone un relato del poder, del ejercicio y de la concepción de poder, que hemos desarrollado como sociedad...Y, también, no podía ser de otro modo, El Pasajero de Truman es un espejo: sin ninguna intención editorial, la propia novela, nos devuelve, a cada rato, voces y miradas, preguntas, que irremediablemente quedan goteando sobre el presente que hoy vivimos.
Sí. Por supuesto que esta novela dialoga con la historia.
Pero no se pone al servicio de sus discursos. Por el contrario: los reinventa. El pasajero de Truman demuestra que es falsa la oposición entre la verdad histórica y la mentira literaria, entre lo fáctico y lo imaginado. Como bien refiere el crítico y narrador argentino Ricardo Piglia, la ficción es otra forma de lo real.
Y, en este sentido, esta nueva novela de Francisco Suniaga versiona la historia desde su vertiente más compleja e inclasificable, desde la más irrepetible, desde la narración de una tragedia personal: la vida de Diógenes Escalante.
Este es el relato de un deseo postergado, derrotado y, finalmente, secuestrado por la locura. Esta es, entonces, también, una novela íntima.
La diferencia fundamental entre la literatura y la historia, entre la literatura y el periodismo, reside justamente ahí: la literatura no necesita verificar nada, no requiere demostrar ni comprobar nada. Sólo tiene que ser verosímil. Depende más de su propia narración que del referente histórico al que apela constantemente. Eso es El pasajero de Truman. Nada de lo que está en este libro, tal vez ocurrió en realidad. Nada, tampoco, quizás ocurrió tal como está escrito. Y, sin embargo, todo lo que está en este libro es una verdad irrefutable, una verdad extraordinaria. Ese es, precisamente, el poder de la literatura, de la buena literatura. Francisco Suniaga lo sabe.
No en balde, muy temprano, en la página 20, advierte de manera trepidante: "Les digo esto porque en Venezuela ha sido más fácil hacer la historia que contarla". Aquí está, entonces, la historia.
Magníficamente contada.
Ahora, la palabra la tienen los lectores.
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