La crisis que hoy afecta a la nación no se solventará reformando la Constitución; reelegir a perpetuidad a Hugo Chávez Frías en nada ayudará a disminuir los altos índices de criminalidad; al contrario, nos imaginamos que continuarían en aumento. La delincuencia se desbordó precisamente desde que Chávez comenzó a gobernar. Las cifras de muertos semanales superan con creces las bajas provocadas por efectos de acciones bélicas en países que hoy se encuentran en guerra.
La corrupción administrativa galopante que aqueja al país tampoco se resolverá concediéndosele la oportunidad a Hugo Chávez de reelegirse indefinidamente; la continuidad del actual régimen incrementaría a perpetuidad el hampa, la corrupción administrativa, el desempleo y el odio que trágicamente han sembrado los actuales gobernantes. La modificación de la Constitución no le cambiará al venezolano el concepto que tiene del Poder Judicial. Después de la reforma, los jueces seguirán trasmitiendo la misma desconfianza que actualmente irradian.
La crisis venezolana no es asunto de la Constitución. Venezuela está en crisis desde hace mucho tiempo, la padecimos con la Constitución del ‘61 y acentuadamente la estamos sufriendo con la del ‘99.
Lamentablemente tenemos un gobernante rodeado de una corte de aduladores que, en lugar de ocuparse de solucionar los problemas del país, prefieren seguir construyendo el andamiaje jurídico que les permita permanecer en el poder, sin que para nada les importe que continúen multiplicándose indefinidamente la miseria, la corrupción y la inseguridad.
¿Hacia dónde vamos?
El Presidente, sus aduladores y sus cómplices, a paso de vencedores vienen destruyendo toda la institucionalidad. Aquí no hay poderes públicos. Aquí lo que hay es un señor que manda, y los rufianes que dirigen esos poderes obedecen.
Siento pena ajena cuando escucho a sectores de la oposición declarar que con la reforma constitucional ahora sí vamos hacia una dictadura… que si es un golpe moral para Venezuela… o que no podemos permitir que reformen la Constitución. Pura palabrería. Desde hace rato no vivimos en democracia; desde hace rato han agredido la moralidad.
A golpe y porrazo impondrán los cambios constitucionales. Se convocará el referéndum y los resultados no hay por qué adelantarlos; asistamos o no a la consulta referendaria, ya sabemos cuál será el boletín oficial del Consejo Nacional Electoral.
Podremos opinar lo que nos provoque, podremos argumentar esas opiniones con sesudos criterios jurídicos; diremos que los cambios que se le pretenden hacer a la Constitución jamás pueden llevarse a cabo a través de la reforma. Pero, tristemente, esas opiniones únicamente tendrán cabida en las aulas de clases donde se enseña el Derecho Constitucional, debido a que a quienes hoy tienen la sagrada misión de aplicarlo no les importa para nada qué es lo que nos enseña el Derecho; a ellos lo que verdaderamente les abre el entendimiento son las órdenes del “reelegible continua e indefinidamente”.
Nosotros como país, y con los gobernantes que profesan el socialismo del siglo XXI, no vamos hacia ningún lado; ellos, los gobernantes, tampoco. Ellos ya llegaron y lo que hacen es dar vueltas alrededor del botín. Como todos los tiranos, hablan de democracia pero imponen sus ambiciones.
Texto escrito por Pablo Aure.
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